A falta de fichajes, La Masia

La Masía sigue dando rédito al Barcelona. De ahí ha salido gran parte de la plantilla azulgrana que, ante la falta de fichajes por la precariedad económica, ha tirado de su cantera con grandes resultados. Las dos últimas en llegar al final del mercado han sido Aïcha Camara y Clara Serrajordi, dos jugadoras criadas en La Masía que ya lucen dorsal de primer equipo. Pero no son las únicas.

Cierto es que hay pocas One Women Club en el Barcelona. Además de las dos recién llegadas, sólo Aitana y Gemma Font se criaron desde pequeñas en la cantera azulgrana y pasaron del filial al primer equipo sin tener una cesión. También ha sucedido esto con Vicky López o Sydney Schertenleib, aunque en estos casos las tres jugaban ya en equipos incluso de Primera cuando aterrizaron en la ciudad condal muy jóvenes.

Una práctica que al Barcelona le está funcionando. Fichar el joven talento, pulirlo y subirlo al primer equipo. Patri Guijarro, por ejemplo, jugaba en el Collerense de Primera División cuando el fichó el Barcelona con 17 años en 2015. Igual que Schertenleib, la prodigiosa jugadora suiza que con 16 años jugaba en Primera en el Grasshopper cuando el Barcelona echó sus redes y le fichó para el filial, donde sólo estuvo un año. O Vicky López que debutó en Primera con el Madrid CFF con la edad mínima, 15 años y deslumbró tanto que ese mismo verano media Europa se peleó por ella. Al final se fue a La Masía donde alternó el filial con el primer equipo.

Otros casos son canteranas que tuvieron que salir para crecer y volver como estrellas. Le pasó a Alexia, que ni siquiera pudo estar mucho en la cantera azulgrana y se formó entre el Sabadell y el Espanyol, donde jugó un año y otro en el Levante antes de volver a su casa en 2012 y ser desde entonces la líder del equipo. Ona Batlle también volvió después de hacerse futbolista lejos de La Masía tras criarse desde niña. Se fue al Madrid CFF, de ahí al Levante y después al Manchester United para convertirse en una de las mejores laterales derechas del mundo antes de regresar a Barcelona. Similar a lo que vivió Laia Aleixandri, aunque ella sí fue criada en la cantera pero se fue con 16 años para buscar minutos y continuidad que encontró en el Atlético, se asentó en el Manchester City y volvió este verano libre para firmar por el club de sus amores.

Mismo amor que siente Claudia Pina por el Barcelona. La gran joya de La Masía también tuvo que salir para hacerse futbolista. En enero de 2018, con solo 16 años y 5 meses, debutó con el primer equipo y dos temporadas después decidió salir en forma de cesión para crecer. Así fue. Volvió en 2021 como una jugadora con experiencia y que había crecido. La paciencia y el talento innato que tiene le han valido para convertirse en uno de los pilares del equipo.

Un sistema que funciona, aunque no todas las apuestas jóvenes pasan por el filial, como le ocurrió a Cata Coll y Salma Paralluelo. La portera fichó y se fue un año a Sevilla, donde se asentó en la portería para volver para ser titular; Salma era la gran deseada desde que explotó en el Villarreal y llegó directa con las mayores.

Pero hay más casos de jugadoras que llegan al primer equipo, aunque después se les da salida. El caso más llamativo es el de Lucía Corrales, que se fue a Sevilla para terminar de formarse y en su regreso acabó siendo fichada por el London City y dejando 500 mil euros en caja. Como Jana, directa del filial al primer equipo y en Londres por un buen pellizco. María Pérez, Martina Fernández, Judith Pujols, Bruna Vilamala, Julia Bartel, Ari Arias, Emma Ramírez, Laia Codina, Esther Laborde… una lista enorme que cada día aumenta más de jugadoras que han crecido en La Masía y han llegado al primer equipo antes de hacer las maletas. La Masía es la solución y, de momento, funciona a las mil maravillas.

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