Zaccagni destroza a Modric

“Éste es final, hermoso amigo. Éste es el final, mi único amigo, el final”. Suena, psicodélica, la guitarra de Robby Krieger (The Doors) en The End mientras el derechazo del italiano Mattia Zaccagni entra lento pero inexorable en la escuadra de Livakovic. Un gol en el último instante que se lleva por delante a Croacia y, probablemente, a toda esa generación de oro que ya celebraba la victoria gracias a su corazón, su valentía y Luka Modric. Sí. La receta que ha permitido a este pequeño país balcánico desafiar a la lógica en varios Mundiales le servía para colarse como segunda de grupo en los octavos de final de la Eurocopa. Ni fallar un penalti que parecía vital había detenido al genio de Zadar. Su tanto valía una clasificación y le convertía, le convierte, en el goleador más veterano de la historia de la Eurocopa, con 38 años y 289 días. Pero empató Italia y los dos puntos que figuran en el casillero balcánico parecen insuficientes para pasar de ronda. La Azzurra, 2º de grupo, se enfrentará a Suiza el 29 de junio, en Berlín.

A Spalletti se le llana la boca con el “buen fútbol”, pero la selección que dirige sigue ganando de una manera muy propia: por eso tiene 4 estrellas en su pecho. Porque detrás de ese veterano seguidor de Cruyff y Guardiola prende el espíritu de Helenio Herrera y las enseñanzas más maquiavélicas del gran Joaquín Caparrós. Luciano lleva toda la Euro jugando al gato y al ratón con las alineaciones y antes de enfrentarse a Croacia rizó el rizo: Dimarco, que no se ha ejercitado desde el duelo contra Espñaa y tenía una supuesta lesión que le inhabilitaba... acabó en el once titular. Y además, en una posición extraña, casi mutante: incrustado o por delante de una defensa que alternaba entre cuatro o cinco componentes.

Éste, el de Dimarco, era el arabesco más evidente en una Azzurra que incluía también a Raspadori como mediapunta y a Retegui de 9, en el lugar de Scamacca. Y que dejaba fuera a Chiesa, uno de los pesos pesados del equipo que ganó la anterior Euro y peso pesado en el vestuario.

Mientras, Croacia decidía morir o vivir con la vieja guardia de mediocampistas: Brozovic y Modric. Al pivote del Al Nassr le ha dado la Prensa de todos los colores durante esta Euro. Ante España y Albania se le notó demasiado la falta de ritmo de elite después de un año en Arabia. Tampoco es que andara para tirar cohetes durante una primera parte marcada por el miedo a perder. A Italia le bastaba el empate y Dalic durante la semana había martilleado con la necesidad de no recibir el primer gol para tener opciones. Ante una grada mayoritariamente suya, Croacia salió animosa y fue capaz de mantener la posesión durante los primeros cuatro minutos, dominio culminado por un gran zurdazo de Sucic que provocó la estirada de Donnarumma.

Ahí practicamente se terminó el peligro croata durante la primera mitad. A Italia se le ha acabado el tiquitaca, al menos de momento. Trataba de salir a la contra o aprovechar algún balón parado. En una de esas, Bastoni cabeceó a bocajarro para que Livakovic hiciera seguro sonreír a José Mourinho, que lo entrenará la próxima campaña. Tremendo paradón el del portero del Feberhabçe.

Del descanso Croacia volvió sabiendo que no había tiempo para mirar atrás ni especular un milímetro más. Budimir estiró a su equipo y llegaron las ocasiones. El penalti de Modric detenido por Donnarumma. El 1-0 del propio Luka tras otra gran parada del guardameta a remate del delantero osasunista. La locura de un estadio eminentemente Vatreni. Y el sufrimiento por tratar de aguantar la victoria.

Los roles habían sido asignados por el resultado. La entrada de Frattesi y sobre todo de Chiesa dio amplitud y profundidad a Italia, capaz de acorralar a su rival con ocasiones clarísimas: Bastoni de nuevo, Chiesa, Retegui... Croacia resistía y resistía, pero Zaccagni, con el reloj en su cuenta atrás final, se sacó un derechazo a la escuadra para empatar el partido. Pase lo que pase, Luka y los guerreros que le han acompañado durante todo este tiempo mítico recibirán el mejor reconocimiento, el del recuerdo para la eternidad. Y esta crónica que comenzó con The Doors (Las Puertas) termina con el verso de William Blake que dio nombre al grupo liderado por el inmortal Jim Morrison: “Si las puertas de la percepción fueran depuradas, todo aparecería ante el hombre tal cual es: infinito”.

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