Los hermanos Koeman hacen creer de nuevo a la Oranje

Ronald y Erwin Koeman estaban allí, vestidos de naranja sobre el césped del Olympiastadion, aunque era el de Múnich, aquella noche del 25 de junio de 1988 cuando el árbitro francés Michel Vautrot pitó el final y puso así fin a la histórica maldición Oranje en grandes torneos con la primera y única Eurocopa que figura hasta ahora en las vitrinas de la selección absoluta de Países Bajos. Ronald formaba junto a Frank Rijkaard uno de los mejores o al menos más elegantes centros de la defensa de todos los tiempos; Erwin era el extremo izquierdo titular de aquel equipo. Jugó prácticamente toda la Euro de Alemania. Su gran momento de gloria.

Un Olympiastadion alumbró el único gran título neerlandés de la historia. El de Berlín puede también engendrar, este sábado ante Turquía, la definitiva ilusión por levantar otra copa para el país de los tulipanes. Las dudas y las críticas de la primera fase se han convertido de repente en pura esperanza: por la rotunda victoria contra Rumanía (3-0); la resurrección de Donyell Malen como goleador, con doblete ante los rumanos; la aparición del mediocentro milanista Tijjani Reijnders para hacer olvidar a Frenkie de Jong; y, finalmente, con los hermanos Koeman de nuevo como protagonistas en el centro de la escena: Ronald hace de seleccionador y Erwin, de su ayudante. En los Países Bajos comienzan a creer que no se trata de una mera coincidencia. Por cierto, estos cuartos los arbitra otro francés, como Vautrot: Clement Turpin.

“A menudo apenas necesitamos una palabra o una frase para entendernos. 9 de cada 10 veces pensamos lo mismo sobre el fútbol”, afirma Erwin sobre Ronald. “Aparte de que es mi hermano, solíamos jugar juntos en el mismo centro del campo, ¿no?”, sonríe el segundo técnico de Países Bajos. Así es: tenían 20 y 19 años, respectivamente, cuando contribuyeron a que el Groningen, club en el que el padre de ambos, Martin, es uno de los grandes mitos, ascendiera a la Eredivisie en 1982. “Aprendimos desde el principio cuánto dependen unos jugadores de los otros en el campo. A cómo construir juntos. Porque el centro del campo es, para mí, la línea en la que se deciden los partidos”. Entonces, el exbarcelonista actuaba más como mediocentro que como líbero, la posición en la que destacó luego como uno de los mejores de todos los tiempos.

1988 fue el gran año de Erwin. Esa misma campaña consiguió también ganar la extinta Recopa de Europa con el Malinas, el único club de extranjero en el que militó. Groningen (en tres etapas), PSV Eindhoven (en dos) y el propio Malinas configuraron una carrera entre Bélgica y Países Bajos para el mayor de los Koeman, que tampoco ha destacado en demasía como técnico. Asistente de su hermano en varios equipos, las últimas aventuras como primer entrenador que ha vivido transcurrieron en la selección de Omán (2019) y unos pocos meses en el Beitar Jerusalem israelí, justo antes de que Ronald le reclamara de nuevo para la Oranje.

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