El Valencia rompe la maldición a domicilio

El Valencia llevaba más de medio año sin ganar a domicilio. Una etapa larguísima que parecía no tener fin. Y cayó esa maldición en uno de los estadios más calientes de LaLiga, El Sadar, que parecía inabordable y ya suma dos tropiezos seguidos, ante Getafe y los che. Estos anularon a un equipo que habitualmente monopoliza el balón en su feudo, pero esta vez quedó maniatado por la gran presión del rival. Puso corazón, pero faltó cabeza, jugar directo con Kike, por ejemplo, para romper la tela de araña de Gattuso. Ayudó Cavani mucho en ese sudor y un Lino estelar. Aquí todos aportan: 14 goles y 12 autores, incluido un Soler que ya no está. Se medían en el feudo navarro dos conjuntos con sólo tres puntos de diferencia en la clasificación. Los rojillos querían hacer mejor todavía el empate en el Bernabéu y olvidar la última derrota en casa. Mientras, los de Gatusso llegaban dispuestos a dar un golpe en la mesa. Y lo lograron.

El partido comenzó con los rojillos haciendo gala de su clásica presión alta y con mucho ritmo por parte de ambos conjuntos, que trataban de aproximarse a las porterías rivales. En el minuto 7, tras una genialidad de Abde, Kike García tuvo una clara ocasión para marcar. Los de Arrasate querían que los puntos se quedaran en casa, pero los valencianos también y apretaban tratando de crear peligro, sobre todo a balón parado.

El ritmo del partido se volvió más lento debido a las numerosas interrupciones. Los de Gatusso venían avisando y en el minuto 27, Kluivert, que se desmarcó muy bien y a pase de Cavani, marcaba el 0-1. Los locales trataban de recomponerse tras el gol pero no se les veía cómodos del todo. Estaba más cerca el Valencia de ampliar distancias que Osasuna de lograr empatar. El tanto de Kluivert sirvió a los che para llegar al descanso con el marcador a favor. En los más de cien años de historia del club de Mestalla es la primera vez que logran marcar un padre y, años más tarde, su hijo. Han pasado 6.095 días.

Al técnico rojillo no le gustaba lo que estaba viendo, sobre todo en defensa, y dio entrada a Rubén Peña y Manu Sánchez, en sustitución de Nacho Vidal y Aridane, para comenzar la segunda parte. Pese a ello, los navarros se mostraban espesos y en el minuto 54, Diakhaby anotaba el segundo para los visitantes, aprovechando un barullo en el área de Osasuna. La estrategia es otro de los fuertes con Gattuso, es evidente. Los rojillos estaban negados y Chimy Ávila falló un penalti en el 58, al lanzarlo alto, cometido por Hugo Guillamón sobre Kike García. Protestó El Sadar pidiendo una amarilla, que habría sido la segunda, al jugador recién renovado en Mestalla. En realidad, el Valencia era muy superior y a los locales no les salía nada.

En el minuto 68, Unai García cometía un claro penalti sobre Lino. El central se fue a la calle, como David García ante el Madrid. Cavani lanzó la pena máxima y el balón se estrelló en el larguero. Se le sigue resistiendo el gol en España. El embrujo de Herrera, que come la moral a los rivales cuando le lanzan una pena máxima, empezando por Benzema. Poco después, Torró tuvo una buena ocasión para acortar distancias, pero tampoco acertó. Lo mismo que Juan Cruz pocos minutos más tarde. Lato entró con aplausos, recordando su etapa en Pamplona. En el descuento, Brasanac lograba maquillar el resultado, al marcar tras una falta sacada por Rubén García. Los rojillos dieron una imagen muy pobre, mostrándose irreconocibles, mientras que el Valencia logró, merecidamente, la primera victoria de la temporada a domicilio. Iban 6-16 en tiros a gol, síntoma del absoluto dominio visitante. La tensión final fue exagerada, con tres rojas, una de ellas a Diakhaby cuando reposaba en el banquillo precisamente para evitar una segunda amarilla. Gattuso pateó una nevera enfurecido, no es para menos. Los navarros llevan cuatro expulsiones en tres partidos, casi todas evitables. Les toca recapacitar.