Sadiq deprime más al Sevilla y Ramos y Navas, a la calle

La Real Sociedad se llevó tres puntos muy valiosos en el Reale Arena contra un Sevilla que se marcha más deprimido y que acabó con nueve jugadores, por la expulsión de Sergio Ramos y Jesús Navas, síntoma inequívoco del caos en el que vive el equipo de un Diego Alonso que sigue sin saber lo que es ganar en liga. Los txuri-urdin aprovecharon sus dos ocasiones de la primera parte para ponerse por delante y para saber vivir de rentas, hasta que permitieron revivir al Sevilla tras el descanso, pero fue insuficiente para conseguir por lo menos igualar el marcador. Sadiq revivió con un golazo y le dio la victoria a la Real, mientras deprimía más a un Sevilla todavía lejos de la reacción que necesita con el entrenador uruguayo.

Como se esperaba, la Real Sociedad salió a mandar en el partido con el balón, como suele hacer habitualmente en el Reale Arena; pero el Sevilla salió intenso desde el principio, complicando mucho el juego de los realistas e igualando las fuerzas desde que salieron por la bocana de vestuarios. Pero con la pelota el equipo de Diego Alonso estaba desparecido, era incapaz de hilvanar alguna jugada de peligro. Eso permitía a los realistas vivir cerca de la portería de Dmitrovic, que fue el protagonista involuntario del primer gol del partido, sin casi tiempo para tomar siento en la grada. Una falta lateral botada por Barrenetxea muy cerrada y con toda la mala intención del mundo a la que llega muy apurado el portero sevillista, que en su despeje el balón le pega en el pie y se mete en su portería.

Todo se complicada desde el inicio para el Sevilla. La Real pausaba más su juego y dominaba todavía más el partido, tanto territorialmente como con la posesión. Porque casi todo el rato se jugaba en campo sevillista. Y así llegó el 2-0 a los veinte minutos de la primera parte. Un zambombazo espectacular de Umar Sadiq desde la frontal que se colaba por toda la escuadra de la portería de Dmitrovic. El ‘Látigo de Kaduna’ renacía cuando más falta hacía, respondiendo a la confianza de Imanol, con una gran acción personal, tras recibir de espaldas y girarse para encontrar el espacio adecuado para disparar. Lo hizo desde lejos, y solo a un ‘loco’ como el nigeriano se le ocurriría pegarle así desde esa distancia. Anoeta se venía abajo, sus compañeros lo celebraban con caras de asombro, y Sadiq se echaba al suelo para respirar aliviado con un gol que ponía fin a un año de calvario por culpa de su grave lesión de rodilla. La celebración con el banquillo evidenció las ganas que había en la Real de que Sadiq volviera a marcar. ¡Cuánta kilos ansiedad se habrá quitado! El gol dejó más tocado a un Sevilla irreconocible y a la Real le permitió jugar con más alegría en busca del tanto que le diera la puntilla a un equipo sevillista totalmente descompuesto y que pedía a gritos que llegara el descanso.

Renació el Sevilla tras el descanso gracias a la salida al terreno de juego de Oliver Torres. La Real le perdonó y le dejó con vida, y los de Diego Alonso lo aprovecharon. Amagaron con un par de ocasiones, hasta que En-Nesyri aprovechó un buen servicio de Pedrosa desde la izquierda, y el balón entró en la portería realista después de pegar en Le Normand y despistar a Remiro. El Sevilla le quitó la pelota a la Real Sociedad, que empezó a pasarlo mal. Tuvo varias ocasiones para empatar, mientras la Real también perdonaba el gol de la sentencia.

Entraba el choque en una dinámica en la que el gol podía caer en cualquier portería, con las fuerzas más igualadas… hasta que el Sevilla se volvió a pegar otro tiro en el pie, como en la primera parte cuando regaló las acciones de los goles realistas. Sergio Ramos entró muy tarde a Brais Méndez, y acabó expulsado, aunque el colegiado no había pitado ni falta. Primero le sacó amarilla porque el asistente le avisó a Ortiz Arias, y después le sacó la roja cuando el VAR le avisó de la dureza de la entrada. Y en la misma jugada también acabó expulsado por roja directa el capitán Jesús Navas. De una acción en la que el árbitro no pitó ni falta, el Sevilla acabó con nueve jugadores y echó por tierra todo su esfuerzo de la segunda parte, a pesar de que acabó apretando hasta el final contra una Real presa de los nervios por el miedo a perder lo que parecía tener en la mano.

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