El estreno de Borja Jiménez devuelve la alegría a la parroquia de El Molinón

El estreno de Borja Jiménez ha devuelto la alegría al Sporting y a su afición por el valor que tiene su triunfo sobre el Racing. De entrada, el equipo gijonés logró romper la racha de cinco derrotas consecutivas, se reencontró con la victoria y lo consiguió, además, frente a un rival que pagó caro su tardía entrada en el partido.

El Racing se sintió superior al Sporting desde el minuto inicial, pensó que su gran pegada iba a ser suficiente, que con un par de chispazos podría llevarse el partido y esa suficiencia le pasó factura. Cuando quiso reaccionar ya iba con 2-0 de desventaja y El Molinón no estaba dispuesto a vivir el calamitoso final sufrido ante el Albacete.

Aún así, el sufrimiento volvió al estadio gijonés, donde se temió por el empate final debido al empuje racinguista en la recta final del encuentro. El gol de Jeremy, que acortaba la distancia que había puesto en el marcador Dubasin, en la primera parte, y Pablo Vázquez, tras el descanso, hizo temer lo peor a los sportinguistas, que volvieron a atrincherarse en su parcela, esta vez con algo más de fortuna que quince días antes.

El partido se volvió loco en el tiempo añadido y acabó con cuatro expulsados porque el árbitro también se contagió de esa esquizofrenia. La primera roja fue para Jorge Sariego, el entrenador de porteros, avanzada la segunda parte. En el banquillo siguió la expulsión de Michelin, recién sustituido; y para rematar, la tarjeta roja voló al viento por una patada de Kevin Vázquez para cortar una contra racinguista y, ya fuera de tiempo, para Sangalli, que reclamaba gol en la esperpéntica jugada final.

Orellana Cid levantó los brazos para indicar el final del partido y un estruendo de júbilo estalló en El Molinón a la vez que Mario García enganchaba una volea lejana que se colaba en la portería de Yáñez. El gol de su vida, pero estaba fuera de tiempo, aunque la protesta de Marco Sangalli reclamaba la validez del tanto.

Rubén Yáñez no pudo llegar a ese disparo como lo hizo al filo del minuto 90 en la acción que sí pudo significar el empate. Yeray ejecutó una falta directa escorada y colocó su zurdazo en el ángulo más lejano para el portero. Sin embargo, hasta allí llegó la manopla del meta local para evitar el 2-2 que hubiera sido un mazazo para los sportinguistas.

El Sporting, que tuvo como novedad una defensa mucho más adelantada que con Garitano (solo se hundió más de la cuenta en los minutos finales), gozó de ocasiones suficientes para conseguir más goles. Dubasin dispuso de un par de oportunidades muy claras que habrían puesto más calma entre la parroquia local.

El Racing, por su parte, no tuvo el caudal ofensivo al que tiene acostumbrados y sometidos a sus rivales, porque el Sporting le concedió pocas ocasiones de rematar a la portería de Yáñez. El portero catalán también respondió de manera magnífica a un disparo de Andrés Martín a bocajarro en la primera mitad, con 1-0 en el marcador, que pudo reorientar la marcha del encuentro.

Pero el Sporting tenía que acabar con varios fantasmas en este Día del Pilar y lo consiguió: además de cortar la racha de derrotas en este campeonato, terminó con el gafe de los enfrentamientos que arrastraban con el equipo cántabro tanto el conjunto asturiano como su nuevo entrenador, así como en la serie de enfrentamientos con José Alberto López, que habrá regresado a Santander bastante enfadado.

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