El Cádiz reparte carbón en Mestalla

Mestalla dejó de ser lo que era. El Cádiz, que solo lo había profanado una vez, un equipo que solo había ganado dos partidos en esta Liga, se impuso con sus armas y con justicia a los de Gattuso, que se llevaron la primera bronca de la temporada de su público, aunque ni a la hora de quejarse es Mestalla lo que era. Los de Sergio salen del descenso gracias al gol de Rubén Alcaraz, los de Gattuso se hacen cada jornada más pequeños. Se van a la Supercopa en zona de nadie y, si no empeora la cosa, ahí parece que habitarán otro año más. Todo ello en una jornada trágica por la muerte de un aficionado en el hospital tras sufrir un infarto en la grada en los prolegómenos. Descanse en paz.

Ni ocho minutos habían transcurrido cuando Rubén Sobrino se disfrazó de Correcaminos e Ilaix Moriba hizo de Coyote. El manchego retrató al guineano. Le dejó en evidencia. Sobrino cogió el balón en el centro del campo y no lo soltó hasta llegar al fondo para dársela hacia atrás a Alcaraz, que entró en el área como modelo en pasarela para decirle a Mamardashvili ‘ahí la llevas’. El gol daba al partido un guión de película de miedo para los de Gattuso y de guerra de guerrillas para los de Sergio, que transmitían que sentían que podía ser su noche.

La esperanza blanquinegra era Cavani, al que se le veía más irritado que inspirado. El uruguayo igual discutía con González Puentes, que forzaba un córner, sacaba una falta o se liaba a mamporrazos con Fali. Pero el Cádiz estaba cómodo en bloque bajo y contaba con la tolerancia del colegiado. Inclusive los de Sergio olían la sangre en las múltiples pérdidas de balón de Diakhaby, Ilaix, Cömert o Guillamón. De hecho, hasta el 45′, Alcaraz y el Choco Lozano estuvieron más cerca del 0-2 que cualquiera de los valencianistas del empate. La paciencia de Mestalla se agotaba.

Gattuso quiso decir al descanso ‘hasta aquí hemos llegado’ y tiró de cambios: Almeida y Kluivert, a jugar. Poco después entró Hugo Duro, aunque éste por lesión de Castillejo. Pero con uno u otros Ledesma seguía como Santa Claus la Noche de Reyes, sin aparecer. El Cádiz jugaba con el tiempo, en su derecho estaba y su gol se lo permitía, y con González Puentes, que desquició de principio a fin a la grada y a unos timoratos blanquinegros.

No fue hasta el 67′ cuando Gayà, de verdad, probó los reflejos de Ledesma desde la frontal. Su remate fue como una llamada al arrebato, aunque más por deseo del capitán y Almeida que por juego del colectivo. El Cádiz se mostró solvente hasta el pitido final, sin más apuros que los lógicos. Con decir que lo único interesante que pasó hasta el final fue un chavalín que se coló al césped para saludar a Cavani aprovechando que había uno del Cádiz. Eso y la bronca de Mestalla, aunque para entonces muchos ya se habían ido a casa sin ganas ni de rechistar.