El Athletic avanza a octavos con la autoridad de costumbre

EI Athletic ha convertido estas eliminatorias a partido único en entrenamientos para avanzar de forma rutinaria. Lleva 23 y no se atisba un final. En 20 años nadie le ha tosido en estos cruces con una única entrega. Da igual dónde o cómo sean. A veces pasa ciertas penalidades, como la guillotina de los once metros, pero desde 2003 no ha fallado en la cita con la siguiente ronda. El Eibar, testigo de una gesta hace una década pero en formato de ida y vuelta, fue una estación de paso más. Los leones vuelan en este momento, tienen una energía positiva infinita, se sienten los dueños del mundo, y su pegada es descomunal. No les hace falta sacar los violines para aplastar al que le depare el bombo, basta con poner el balón por el área, que siempre acaba en cazuela. Sin jugar bien también ganan. Da igual que esté de punta de lanza Iñaki Williams, Guruzeta o, como en esta ocasión, Villalibre. El Búfalo es una bestia negra para los armeros, a los que ha metido cinco goles en un año natural: tres con el Alavés, con un doblete en el playoff de ascenso, y otra parejita en esta ocasión. Lleva cinco dianas este curso, cuatro en el torneo del KO. Todo quedó encarrilado en 40 minutos. Este grupo es muy responsable y cumple como nadie su papel de favorito. Podría decirse sin la mínima duda que está intratable.

El Eibar partió con la ilusión del rival pequeño, con una mayor preparación y tres pulmones, ya que el Athletic tuvo compromiso entre semana ante el Sevilla. Los leones llevaban el peso de la posesión, pero en muchas fases en campo propio, con errores en el pase por dentro en zonas comprometidas y cierta incomodidad. Aketxe, que es un talento incomprendido porque no ha acabado de estabilizarse en ningún club, ofreció sus gotas de clase. Un pase interior a Bautista no acabó en gol por la buena salida de Agirrezabala. Los armeros encontraban la espalda de los pivotes y encendían la ilusión de la grada. Pero les faltaba justo los que les sobra a los bilbaínos: la claridad de ideas en los últimos metros.

Los de Valverde querían control y descanso. Pusieron a funcionar a Nico Williams y este ahorcó la esperanza azulgrana. Un pase raso ante Berrocal encontró a Villalibre en el área. Puso la caña y marcó el 0-1, sin celebrarlo, algo que parece prohibirse a sí mismo últimamente. Y queda mal que un futbolista que apenas juega no se dé la alegría, al menos exteriorizada, cada vez que se casa con la meta contraria. El Eibar tuvo notables errores defensivos. Ríos Reina dejó su parcela despoblada, fue a echar una mano ahí Reina y en zona de remate había cuatro visitantes y tres defensores.

Muniain era otro de los que veían la Copa como una oportunidad para reivindicarse. A los 33 minutos condujo un contraataque precioso, en el que Matheus estuvo muy blandito. Atravesó casi todo el campo y cedió a Nico, que luego se la devolvió. El capitán estaba de espaldas, orientó la pelota con la derecha, se giró y lanzó con la zurda un tiro colocado a la escuadra que arrancó la ovación del respetable. Este sí lo celebró, como debe ser. No anotaba desde el 26 de febrero de 2023, en Copa ante el Valencia.

La puntilla y el pasaporte a octavos llegó en el 40′. Vivian salió por el carril central, cedió sin oposición a Villalibre y el zapatazo de este se envenenó tras golpear en Simic. De nuevo gesto serio del barbudo delantero. La alegría se repartió entre los otros diez. El central checo armero disfrutó de la titularidad en Eibar. La pena Armagiñak anunció que no entraría al partido hasta el minuto 5 tras la polémica por unos tuits homófobos que él justificó por la usurpación de su cuenta años atrás. El Athletic logró que pasara muy poco a partir de ahí. Solo se vio alterado unas molestias sin importancia de Nico en la rodilla por un golpe. Es difícil de imaginar un pase más cómodo.

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