El Albacete asalta la guarida del líder

Por parecer, la clasificación parece injusta con el Albacete, el mejor equipo que ha pasado este curso por el Estadio de Gran Canaria junto con el Andorra. Los de Albés, serios en de defensa e incisivos en ataque cuando tocaba, se llevan una victoria de tronío ante una Unión Deportiva Las Palmas a veces enredada en la tela de araña de araña rival y otras pecando de eficiencia ofensiva.

En el carrusel de bajas que asola al equipo insular, Vitolo volvió a ser la viva imagen de la desgracia física y deportiva. Tras haber saltado al césped justo después del descanso en sustitución de Álex Suárez, sufrió un nuevo latigazo muscular que apenas le permitió estar tres minutos en el partido. Vuelta a empezar.

En labores de eficiencia en el trabajo, el Albacete dio esta noche una lección en el Estadio de Gran Canaria. Cierto es que el inicio del partido respetó el guion establecido, con Las Palmas acaparando posesión y los manchegos esperando atrás, mas el partido transcurrió durante casi todo el primer tiempo por donde más le convenía al equipo de Albés. La formación grancanaria se dio pronto cuenta del tapón que se generaba por el centro, su vía de acceso favorita a la morada rival, por lo que muy pronto, por medio de Pejiño, probaba suerte desde fuera del área de Bernabé.

Pese al dominio local, el Albacete permanecía impasible. Su plan de partido estaba más que claro, pasando buena parte de él por anegar el ataque insular, y tampoco es que tuviera motivos para variarlo. Además, poco antes de marcar, Fuster no hizo el 0-1 por obra y gracia de la rapidez de Álex Suárez, que le birló un remate a puerta vacía. Llegaron entonces unos minutos de desconcierto de Las Palmas, aprovechados por el propio Manu Fuster, el mejor de los suyos, para hacer el 0-1 tras una asistencia de Maikel Mesa, ex de Las Palmas, gol validado por la tecnología del VAR.

Con el marcador a favor, el equipo de Albés se comportaba como un perfecto acordeón tanto en ataque como en defensa, acaso el mejor rival que se ha encontrado Las Palmas en su casa en el presente curso liguero. En un claro quiero y no puedo, los locales se hartaban de buscar unas soluciones que permanecían invisibles, tampoco a través de los tiros lejanos de Sidnei, Mfulu y Pejiño y aquel esporádico cabezazo de Coco.

Las Palmas, con Moleiro al mando de las operaciones, salió más incisiva en el segundo tiempo. De hecho, una magnífica internada del volante tinerfeño se tradujo en una asistencia a Pejiño, que al palo largo y con su pierna buena, la zurda, hizo el empate y su tercer gol de la temporada tras el doblete al Tenerife. Ahora era Las Palmas quien controlaba un partido en el que la desgracia de Vitolo volvió a subir en gravedad, pues entró tras el descanso y a los tres minutos tuvo que marcharse por una nueva lesión muscular, yéndose al banquillo bebiéndose las lágrimas. El colmo de la mala suerte.

Tampoco es que el Albacete se apocara pese a la intensa salida local. De hecho, a punto estuvo Dubasin de hacer el 1-2, pero se topó con un atinado Álex Domínguez. Los locales percutían con más corazón que cabeza, aquel que tuvo Enrique Clemente para reventar una pelota que tenía el gol como destino hasta que Bernabé hizo la parada del partido.

Con el duelo encarando su recta final parecía que cualquier cosa podía pasar. Entonces, en una jugada aislada, Higinio se plantó en el área de Las Palmas tras una larga galopada, y fue literalmente atropellado por Coco, que llegó tarde y mal. El penalti, indiscutible, fue anotado en tercera instancia. Mesa se topó con Domínguez tanto en el disparo como en el primer rechace, metiendo Higino la cabeza en el segundo para hacer el 1-2 ante la inacción de los jugados locales.

De ahí hasta el final, los de Albés supieron contener a la perfección cualquier acometida de Las Palmas, enredada en su propia desesperación. El equipo grancanario le cede el liderato el Eibar, mientras que el Albacete, que asaltó con justicia la guarida con todas las de la ley, coge todo el aire posible en su lucha por una permanencia tranquila.