Gesta del Barbastro, vergüenza mayúscula del Espanyol

Penúltimo en su grupo de Segunda RFEF, la cuarta categoría del fútbol español, llegaba con cinco derrotas consecutivas el Barbastro a su envite en la Copa del Rey con el Espanyol, cuatro veces campeón del torneo del KO. Pero no se vive de la historia, bien lo saben los pericos, cuyos últimos años dan para una enciclopedia del horror. Y el conjunto oscense, que el curso pasado ya apeó al Almería y apretó sobremanera al Barcelona, plasma ahora su gesta más descomunal, con Arnau y Barrera como héroes, inversamente proporcional al ridículo que esta eliminación supone para el Espanyol.

Venía Cheddira de estrenar su cuenta goleadora el sábado, con la sentencia en la victoria liguera ante el Celta, y ocasiones acumuló en el Municipal para convertir ese gol aislado en una pequeña racha, para llenar el buche. Pero lo frenó primero la cruceta de la portería, a los cinco minutos, y después Arnau, el valiente guardameta local, que también desbarató una acción de Véliz en la primera media hora.

Asediaba el Espanyol a su rival desde el inicio buscando la amplitud del campo, con las innumerables incorporaciones de Tejero y de un Carlos Romero siempre afilado arriba, y con la explosividad de Antoniu Roca. Por dentro trataba de ayudarles Naci Ünüvar, quien en su primera titularidad con el conjunto perico apunto estuvo también de estrenar su casillero, pero se enredó con el esférico en los pies a menos de un metro de la línea de gol.

Podía cantar su primera mini-victoria el Barbastro, al plantarse en el descanso aguantando el empate inicial, fruto de la resistencia numantina atrás, de un Marc Prat peleándose arriba contra el mundo y de los detalles técnicos, y diabólicos, de Albín para inquietar el área de Pacheco, otro de los suplentes en Liga que se pueden soltar en la Copa. Ni eso consiguieron de entrada Pere Milla y Salvi, descartados ante el Celta y suplentes en el Municipal oscense.

La segunda mini-victoria estuvo a punto de cantarla el conjunto del Somontano en el mismísimo arranque de la segunda mitad, con una dejada atrás de Marc Prat que Albín, increíblemente, no acertó a colocar entre los tres palos. Si ya le había costado al Espanyol en la primera eliminatoria contra el San Tirso, de una categoría inferior, de pronto se olía una encerrona de tomo y lomo ante un Segunda RFEF que venía de golear al Amorebieta.

Y, aunque replicó Aguado con una volea un pelín alta, se acabó de venir arriba el Barbastro a los 55 minutos, con un claro penalti de Tejero sobre Barrera que se encargó de ejecutar y convertir el propio lateral zurdo, curtido en las canteras de Athletic, Real Zaragoza y Levante.

Echó mano Manolo González, ahora sí, de Milla. También de Cardona. Más adelante lo haría con Jofre. Seguramente añoraba asimismo a Puado, al que había dejado en casa junto a Cabrera y Pol Lozano. Y en un contragolpe, el género favorito de los blanquiazules, debió igualar el marcador Carlos Romero, pero una nueva mano redentora de Arnau se lo impidió.

Se iba agotando el tiempo y lo sabía la grada del Municipal, que empezó a cantar el “¡Sí, se puede!”, incluso a corear “olés”, al mismo tiempo que Arnau se iba agigantando en su meta, deteniendo ahora un chut a Král, despejando luego de puños, atajando más tarde a Justin Smith…

Un espectáculo o un desquicio, según cuál fuera el bando, que se acabó de confirmar a falta de diez minutos para el final, en un primer disparo de Guille Alonso que repelió Pacheco, pero cuyo rechace enganchó con el alma Sito Barrera para completar su doblete, la gesta aragonesa, una tercera mini-victoria que es un victorión y, a su vez, un ridículo mayúsculo de un Espanyol que salió de Barbastro rojo como un tomate.

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