El Celta pasa con más pena que gloria

El Narcís Sala tardó unos pocos segundos en entrar en ebullición, el tiempo que tardó Sergi García en disponer de un mano a mano frente a Iván Villar. No se había cumplido ni un minuto y todo el campo del Sant Andreu ya estaba de pie soñando con el gol. Erró el atacante local, que no estuvo fino en la vaselina para superar al meta celeste. Nada más empezar el choque, susto para Giráldez, que ya se removía en el banquillo. Los locales salieron con hambre de gesta.

Tras el escalofrío inicial, el Celta empezó a entrar en calor arrimándose al balón. Hugo Álvarez fue el radiador que subió la temperatura al equipo vigués, tirando de calidad para asustar al Sant Andreu. Jutglà estuvo a punto de marcar en su regreso al barrio y luego el ourensano dio trabajo a Raúl en la portería. El meta sacó el primer disparo y en el segundo le rezó al palo para que se mantuviese firme. Suficiente para llegar con empate al descanso.

La segunda parte empezó como acabó la primera, con el Celta tallando la madera. Esta vez fue Jutglà quien se estrelló con el poste en un gran disparo desde lejos. Poco después fue Yoel Lago quien rozó el gol con un buen cabezazo. Pero conforme avanzaba la noche, las ideas se enfriaban. El equipo vigués monopolizaba el balón, pero sin profundidad. Por eso, Giráldez metió todo su arsenal en el tramo final, con la entrada de Iago Aspas y Borja Iglesias. El moañés estuvo a punto de evitar la prórroga sobre la bocina, pero su testarazo se marchó ligeramente desviado.

Si las ideas celestes estaban frías en la segunda parte, en la prórroga directamente se congelaron. Los de Giráldez sobaron el balón hasta el aburrimiento, pero sin picante alguno. Fue un buen motivo para que los locales se vinieran arriba, llegando al éxtasis a falta de dos minutos para el descanso de la prórroga, cuando Alexis capturó un balón en el área y lo envió a la red con mucho talento, con un remate a lo Modric. El sopapo hizo reaccionar al Celta, que empató de manera inmediata por medio de Borja Iglesias. El gol del Panda sirvió para bajar el suflé del Narcís Sala y también para quitar el susto en el cuerpo visitante.

Lejos de aprovechar el puñetazo encima de la mesa, el Celta volvió a ser un equipo sin colmillo. Un remate de Borja Iglesias desviado, eso fue todo en la segunda parte de la prórroga. Muy poco ante la diferencia de categoría. No hubo remedio, el partido se fue al destino cruel de los penaltis. Desde los once metros, la perfección fue máxima. Se lanzaron trece penaltis sin fallo, ni cerca estuvieron los porteros de detener alguno. Hasta que al decimocuarto, Serrano envió el esférico al larguero. Honor para el Sant Andreu, alivio para el Celta.

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