Benavídez destroza al Betis

El Alavés se ganó su billete a los octavos de la Copa del Rey con una demostración de fuerza e intensidad que desarboló al Betis en Mendizorroza. Un tanto de Benavídez evidenció que el conjunto de Luis García tenía la fe y el fútbol mientras el de Pellegrini posee actualmente los miedos y la fragilidad. La desordenada batalla de Mendizorroza siempre tuvo color local. Un Betis sin alma, liderado por un central debutante de 19 años y sin encontrar nunca las magias de Isco o Fekir se despide de la competición que lo elevó a la gloria hace sólo dos campañas. El Alavés, con un puñado de secundarios sobre el césped, sueña con más en el torneo de la ilusión.

Comenzó más intenso y más agresivo el Alavés, que recuperaba el balón en tres cuartos y acosaba a Rui Silva sin siquiera dar un respiro al equipo bético. Antes de alcanzarse el minuto diez, Rioja lanzó un servicio al área y Tenaglia remató de cabeza para estrellar el balón contra el poste derecho de la meta bética. Fue un aviso que le sirvió al conjunto Pellegrini para apretar los dientes y encontrar hilos de mejoría. El balón fue poco a poco más verdiblanco, pero seguía siendo el Alavés el que golpeaba con más pundonor y más verticalidad. Rioja amenazaba y Álex Sola, convertido en lateral, era una pesadilla para Ayoze y Miranda.

El Betis quiso por momentos, pero apenas pudo. Ni Marc Roca ni Altimira impulsaron signos de creatividad desde la medular. Había horizontalidad constante en el plan bético y el Alavés se sentía cómodo en cada uno de sus repliegues. La valentía del joven Mendy, debutante en el equipo de Pellegrini, salvó algunas acciones defensivas que nuevamente desnudaron las carencias del cuadro verdiblanco cuando el peligro se acercaba a su área. Isco no aparecía entre líneas y sólo Ayoze amenazó de forma tímida a Owono con un disparo con más ingenio que eficiencia.

El inicio del segundo tiempo se asemejó al arranque del primero. Álex Sola era un huracán cuyos regalos no encontraban respuestas en forma de remates, pero el Alavés quería más que un Betis que situó a William Carvalho a los mandos para buscar más fútbol. No lo encontró. Sí tuvo su momento el Alavés y lo aprovechó. Una pérdida de Isco en la zona media invitó a la enésima estirada del cuadro de Luis García, que forzó una acción con varios disparos y varios rechazos hasta que Benavídez dictó la calma. El uruguayo acarició el balón con el interior de su pie derecho y despertó la locura en Mendizorroza.

No ocurrió mucho más en el cierre y eso reflejó el estado de ánimo de Alavés y Betis. El conjunto vitoriano siguió lanzando contras y siendo punzante en cada acción ofensiva mientras el equipo verdiblanco dejaba señales de impotencia al no ser capaz de crear ninguna ocasión ante la meta de Owono. Un triste adiós del Betis en la Copa y una invitación a la esperanza para un Alavés brillante en su valentía y meritorio en su afán por dictaminar que era el único candidato real del duelo a estar en octavos de final.

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