Chimy baila en la fiesta de bienvenida a Carvalhal

No hay mayor revolución que tener a Chimy Ávila en tu equipo. El rosarino es un tormento para los rivales, un arma de destrucción masiva. Balaídos estaba preparado para la fiesta de bienvenida a Carvalhal, hasta que se dio cuenta que los que bailaban vestía de rojo. El trallazo de Chimy apagó la música. Otra vez la misma película, primer disparo a puerta en contra del Celta y gol. Carvalhal maldecía en portugués. Sin embargo, esta vez la reacción fue diferente. El equipo vigués sacó su mejor fútbol a relucir para volcarse sobre la portería de Aitor. Aspas habilitó a Galán para que el lateral errase en el mano a mano ante el meta rojillo, después Óscar destapó su particular tarro de las esencias a balón parado, pero Aitor reaccionó bien a última hora. En ese mismo córner, Larsen rozó el gol con la cabeza. Pero nada, al noruego no le entra.

El vendaval celeste encontró premio gracias al mismo de siempre: Iago Aspas. Cervi vislumbró al moañés rondando el área y no dudó en entregarle el cuero. Lo que sucedió a continuación ya lo pueden imaginar, zurdazo a la red y dedo al escudo.

Carvalhal sonreía porque le gustaba lo que estaba viendo, la música volvía a sonar. El portugués no sabía que los demonios siempre llaman dos veces. Un centro de Manu Sánchez desde la izquierda le bastó al Chimy para ponerse a bailar. Desde lejos, cabeceó un torpedo al alma de Balaídos. Este gol sí que hizo daño a los celestes.

Al Celta le costó mucho reaccionar al segundo golpe. No fue hasta el tramo final cuando se lanzaron, ya desesperados, a la caza del empate. Lo vieron cerca cuando Figueroa Vázquez señaló penalti por mano de David García. Sin embargo, el VAR lo anuló. Otro puñal para el Celta, que aún así persistió. Aitor impidió el gol del año en una chilena de Aspas y le quitó el papel de héroe a Paciencia con dos manos milagrosas.