ATLÉTICO

Totémico Morata

El delantero volvió a jugar nueve días después de sufrir un esguince en el ligamento de su rodilla derecha ante el Inter, después de entrenarse en varias sesiones al día para poder llegar a la ida de octavos de final ante el Inter.

CHEMA DIAZDiarioAS

Minuto 54, Inter-Atlético, el asistente alza el cartelón anunciando un cambio. El número 8 debe salir. El 19 va a entrar. Ese número que pertenece a Álvaro Morata (Madrid, 1992; 32 años) tan solo nueve días después de haber sufrido una lesión en el ligamento de su rodilla derecha en el Sevilla-Atlético de Liga. Se fue de aquel partido llorando, con el rostro cubierto con la camiseta para esconder el terror que en ese momento sentía. Que ese extraño en el aire que su rodilla le había hecho en un choque con Soumaré no era una rotura del cruzado. Cuando salió del Pizjuán lo hacía más tranquilo. La prueba del cajón, negativa. La sensación, que la lesión no era de la gravedad que en principio imaginó. Al día siguiente lo decretaron las pruebas. Esguince. Esa misma noche, Morata cogió un calendario en su casa para contar los días que para el Inter-Atlético quedaban y las dobles y triples sesiones que a lo largo de ellos podía agendar para tratar de llegar.

El día anterior al viaje a Milán, que era a su vez día siguiente del Atlético-Las Palmas en el que fue baja, fue la sorpresa del entrenamiento del Atlético, con una parte con el grupo con intensidad y goles. Morata pulverizaba los pronósticos que fechaban su regreso en dos o tres semanas, su ausencia fija en la ida de los octavos y casi seguro que en la vuelta también. Morata viajó y no por hacer bulto. El titular de inicio fue Llorente en la delantera pero en el minuto 54, al poco de regresar del descanso, el movimiento del Cholo fue claro: Morata por Saúl. Jugar en San Siro era más que especial para él.

Un 73,6% de los minutos esta 23-24

El verano pasado, antes de que una charla con Simeone y Gustavo López, su ayudante para el diálogo y la mano izquierda con los jugadores, en la gira, deshizo cualquier posibilidad de marcharse del club rojiblanco, su nombre se acariciaba como el gran deseo de todos los grandes de la Serie A. Roma, Juventus, Milán e Inter llamaron a su representante, Juanma López, para preguntar por su precio. Sobre todo el último, ese rival con el que la bola del sorteo de los octavos de la Champions le emparejó. “Sí es verdad que estuvo cerca. Tengo muy buena relación con el entrenador y con Marotta, que ya me había fichado para la Juve. Por suerte, tenía bastantes opciones, pero cuando hablé con Simeone la mejor decisión era quedarme en el Atlético”, confesaba en una entrevista con AS en diciembre, al recibir el Premio AS del Deporte 2024 por la Nations League conquistada con la Selección.

De regreso al Atlético en la 22-23, venido precisamente de Italia, donde su paso por la Juventus (una temporada que acabó con 20 goles y 11 asistencias, su récord) le había convertido en uno de los futbolistas más cotizados de la Serie A. Valorado, querido y respetado por los árbitros. Si la posibilidad de regresar al país transalpino se materializaba en su cabeza al atisbar la preferencia del Cholo por Memphis y no él en la dupla de ataque con Griezmann en el Atleti el pasado verano lo frenó aquella charla en Corea. Hoy ha jugado un 73,6% de los minutos y ha marcado ya 19 goles. Solo se ha perdido un 8,1% por lesión (32,4% es la ausencia de Giménez en la 23-24 por ejemplo). El esguince pasado. Ya disponible para el Cholo. Y el grupo. Para todo lo que venga.

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