Tiempo para Güler

Una frase, tiempo para Güler, con doble significado. Y ambos correctos. Ancelotti pide paciencia, “en este tramo ha jugado más que el año pasado y lo ha hecho bien, está progresando”. No le falta razón al de Reggiolo. Por tanto, tiempo para Güler. Lo necesita. Apenas tiene 19 años, ya es capital con Turquía y el curso pasado demostró su “don” con creces. “Tiene futuro y está dentro del equipo. Y trabaja, como todos”, añadió en las entrañas del Pierre Mauroy. Pero tras haber perdido peso en los últimos encuentros y no haber activado Carletto el botón de la rotación, el duelo ante el Lille se dibuja propicio para una nueva oportunidad para el turco. Ahora en presente, tiempo para Güler.

Arda venía de desbordar el termómetro de la ilusión. Su temporada pasada comenzó en barbecho, pero terminó como una supernova. Una explosión tardía que dejó cifras astronómicas: en 440 minutos, seis goles. Cada 73′, zarpazo del de Altindag. “El balón está enamorado de Güler”, sonreía Ancelotti en medio de esa combustión del tramo final de su joven talento. El verano no hizo sino potenciar el hype. Cabeza visible de una Turquía revelación de la Eurocopa, finalizó el torneo con un gol(azo) y dos asistencias. Decisivo, líder y polivalente (llegó a jugar en octavos ante Austria como falso nueve). Más mimbres.

No pocos clubes tocaron las puerta del otomano. Llegó a haber un derbi sevillano por su cesión. Mourinho tampoco ocultó su deseo. Nada más aterrizar en Estambul: “Me gustaría tenerle en el Fenerbahçe si él quiere”. Pero Arda sólo quería, y quiere, triunfar en el Real Madrid. Ya descartó el préstamo al llegar hace 15 meses y también en el pasado mercado estival. Quería dar un paso adelante. Y el Madrid quería que lo diera vestido de blanco. Si se mira la fotografía global, lo ha dado. A estas alturas, a causa de las lesiones, no había debutado hace un año. Acabó la temporada con los citados 440 minutos. En esta 2024-25 ya lleva más de mitad, 257′, el 28,5% del total. Y con tres titularidades en apenas diez partidos. El 30%, de inicio. “En este tramo ha jugado más que el año pasado”, contextualizaba Ancelotti. Una certeza. Nada mal, pero..., porque hay un pero. Todavía no ha estrenado la cuenta generadora: ni gol ni asistencia. Donde antes todo era red, ahora hay una barrera.

Doble vía

Una mera anécdota, eso sí, ese impacto goleador. No se entendía el ser un killer como su cometido. Tampoco ahora. De hecho, la vía de ser centrocampista se ha abierto esta temporada. Ancelotti considera que su varita es mejor que se agite cerca del área rival. “El don”. Pero en la segunda de sus tres titularidades, contra la Real Sociedad, le colocó como interior. Un plan de emergencia, por la bajas, también de futuro. “Tenemos que entrenarlo, porque nunca lo hemos entrenado, pero él tiene las características para jugar en esta posición. Es un jugador resistente, que tiene calidad física”. Algo en lo que ha trabajado y se palpa. A simple vista, aunque aún liviano, pues es su complexión y parte de su fútbol, está mucho más formado, más musculado.

En el club están satisfechos con su progreso físico. Un paso adelante también en materia de madurez. Pero después de enlazar titularides en Liga ante la Real y el Espanyol, bajón. Saltó al campo en el 80′ ante el Alavés en un encuentro donde se esperaban rotaciones y Ancelotti apostó por sus mejores galas y en el derbi, agua. Ni un minuto. El técnico prefirió blindarse en busca de aguantar los tres puntos y ello dejó sin vestir de corto a Güler. Esta temporada ha sido más protagonista, aunque parezca haberlo sido menos. Más minutos, pero menos impacto. Lille puede ser un momento idóneo para recuperar el “don”. Tiene tiempo.

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