Santi Giménez debutó con 15 años con su padre como compañero

Santi Giménez (Buenos Aires, 2001) es una de las grandes irrupciones del fútbol europeo en el último año y medio. Para el Atlético, es el mayor peligro del Feyenoord. El mexicano (nació en Argentina y tiene también la nacionalidad italiana, pero se crio en México y con esa selección juega) se presenta ante los de Simeone con 18 goles en 16 encuentros en lo que va de temporada, cifras que le han puesto bajo la lupa de unos cuantos clubes continentales, entre ellos el propio Atleti. En Europa es casi un novato, pero su trayectoria arranca tiempo atrás en América.

En el debut (no oficial) de Giménez con el primer equipo de Cruz Azul se dio una coincidencia muy poco vista en la historia del fútbol. El delantero entró al campo en un amistoso contra Pumas y allí estaba, como compañero, su padre, Christian, el Chaco. Aún hubo un giro más. El debutante, con el dorsal 349, provocó un penalti, pero quedó dolorido y no pudo lanzar. Lo hizo su padre... y lo falló. De su padre, claro, heredó directamente uno de sus apodos: Chaquito. A Santi no le entusiasmaba porque sentía que debía tener su propia historia. Bebote es el otro sobrenombre.

El entrenador era Paco Jémez, que dio la alternativa al actual ariete del Feyenoord cuando era un niño. Aquel día tenía 15 años; en partido oficial debutó con 16. “Es el entrenador que más me ha regañado y el que me dio una autoconfianza que no sé cómo agradecerle”, comentó Giménez del español hace un año. El goleador disparó la ilusión en Cruz Azul hasta que en 2022 dio el salto a Europa, al Feyenoord, reclutado por Dennis Te Kloese, que antes de ser directivo del club trabajó en México con el fútbol base.

El mexicano llegó por unos seis millones de euros y firmó hasta 2026. Actualmente, su valor es muchísimo más elevado: el portal especializado Transfermarkt lo tasa en 40 millones. La entidad neerlandesa apunta que no quiere vender a Santi Giménez, pero se frota las manos con cada gran actuación de su estrella, sobre todo en grandes noches como las de Champions. El reto del Atleti, que no lo sufrió en el Metropolitano por sanción, es hacerle pasar inadvertido.

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