Patinazo del Mónaco en Chipre

El Mónaco ratificó en Chipre las malas sensaciones que venía arrastrando y acabó sucumbiendo en un escenario rocambolesco y en el que volvió a naufragar en el momento clave. El Pafos, verdugo reciente del Villarreal, sacó un empate de oro en el último minuto, cuando el conjunto monegasco ya celebraba su segunda victoria consecutiva en la Champions. El autogol de Salisu deja con un sabor agridulce al club del Principado, que sigue en crisis y el sábado recibe al PSG en el Louis II.

El partido fue un ida y vuelta permanente. Un intercambio de golpes en el que, normalmente, el Mónaco no suele salir airoso. Pocognoli sentó a Ansu Fati y prefirió a Minamino. Tampoco jugó Pogba de inicio y la apuesta le salió ganadora. El japonés, tras un excelente pase del omnipresente Akliouche, adelantó a los monegascos cuando apenas habían transcurrido cinco minutos.

El Pafos es un equipo que no tiene nada que perder. Y, después de haber sorprendido al Villarreal, la’ cenicienta’ de la Champions tampoco se lo puso fácil al Mónaco. Las jugadas a balón parado, botadas por Orsic jugador de muchos quilates, fueron un peligro permanente. Y el veteranísimo David Luiz, curtido en mil batallas, empató con un testarazo inapelable.

Los errores del Pafos acabaron condenándole antes del descanso. Balogun, el delantero más en forma que tiene el Mónaco, aprovechó un error clamoroso del guardameta rival, Michael, y, a pesar de un mal primer control, embocó un atronador remate con la izquierda. El club del Principado dejó con vida a los chipriotas, perdonando un sinfín de oportunidades.

Al Mónaco se le mojó la pólvora. Las ocasiones fueron todavía más flagrantes. Balogun falló un mano a mano, envió otros dos remates al limbo y Minamino tampoco fue capaz de asentar la tranquilidad en los rojiblancos. El Pafos, que estaba en la lona, fue creciendo poco a poco. Pocognoli dio entrada a Ansu en el 76’, cuando antes ya había efectuado dos sustituciones y ambas habían sido de canteranos.

El Pafos apretó y al Mónaco le entraron las dudas poco a poco. En un partido que, por ocasiones, podía haber sentenciado antes del ecuador de la segunda parte, los de Pocognoli comenzaron a temblar. Y los chipriotas olieron la sangre. Tras un asedio incesante, le llegó el premio a los de Carcedo en el 89. Un remate de cabeza de Sunjic al larguero rebotó en Salisu y el balón acabó en la red. El Mónaco, inocente otro día más en Europa, no termina de carburar.

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