La llave de la felicidad

Ya están aquí otra vez, dos semanas después. Real Sociedad y Benfica se ven las caras de nuevo, y sienten que, si hace 15 días su pulso era importante para aclarar el Grupo D, el de esta tarde es definitivo. Eso está claro (sigue el partido en directo en AS.com). Los donostiarras luchan por certificar su clasificación para octavos y los portugueses, cuartofinalistas el pasado año, persiguen una desesperada reacción. Quieren dejar claro que no han dicho su última palabra, aunque con cero goles en su casillero, sin arrimarse si quiera a un empate y con una imagen muy mala en el partido de ida, pocos apuestan un euro por su pellejo. Al menos, se apunta a esta búsqueda de la épica el Fideo Di María. El campeón del mundo con la albiceleste se perdió el anterior choque contra los txuri-urdin por lesión y bien que se notó. Es el máximo goleador de las águilas, con siete goles en todas las competiciones, tres más que Musa y Silva.

Las sensaciones son opuestas. La Real llega pletórica, aunque con un regusto amargo, rayando el enfado, por la derrota in extremis frente al Barcelona, tras la cual Imanol sacó su vena más exigente. Vino a decir que está harto de los elogios de los técnicos rivales, que lo que quiere es ganar este tipo de partidos y dejarse de flores. Lo que no le quita nadie es la excepcional fase de grupos que llevan, con siete de nueve puntos posibles y el liderato.

La lógica conduce a pensar que hoy llegará el pase a los cruces. Si la Real Sociedad vence al conjunto lisboeta y el Inter de Milán hace lo propio con el Red Bull Salzburgo, estará en el bolsillo y se abrirá incluso la opción de acabar primera el grupo. En caso de empatar, se aseguraría, como mínimo, la tercera plaza, lo que le daría el pase a los dieciseisavos de la Europa League. El equipo de Imanol debe hacerse fuerte en casa. Ha ganado solo cinco de sus últimos 17 partidos europeos en Anoeta. Y se ha impuesto únicamente en uno de sus ocho compromisos en Champions al calor de su gente.

Tierney y André Silva siguen fuera de concurso. Barrenetxea no se ejercitó ayer y es duda. El grupo se encomienda a Brais Méndez, que ha visto puerta en sus tres primeros partidos en la Champions. Hay otros que deben dar un paso al frente. Como Zakharyan, al que el seleccionador ruso, Valeri Karpin, no ha convocado para el amistoso ante Cuba el próximo día 20, como a Miranchuk (Atalanta) “por falta de minutos en sus clubes”.

El campeón portugués y rey europeo en 1961 y 1962 marcha segundo en su competición, a tres puntos del Sporting de Portugal, por delante del eterno rival, el Oporto. Viene de ganar 0-2 al Chaves. En este último partido, el entrenador de las águilas, Roger Schmidt, utilizó por segunda vez a tres centrales, tal vez como prueba para hoy o por el hecho de tener lesionados a los laterales Bah y Bernat. La lista de bajas es larga: el turco Kökçü, un fichaje récord de 25 millones de euros, y el brasileño Neres, ambos centrocampistas, tampoco están disponibles.

El Benfica saltó al campo el pasado sábado sin un punta y con un tridente formado por dos extremos, Rafa y Ángel Di María, y, en el centro, Guedes, más acostumbrado a jugar como segundo delantero. Hay ‘nueves’ disponibles, pero Arthur Cabral, que aún no se ha adaptado a su nuevo club, y Petar Musa, a disposición pero también regresando de una lesión, no son las opciones más fiables.

Habrá 1.800 hinchas portugueses

Se espera la llegada a Donostia de 1.800 aficionados del Benfica. El club lisboeta pidió ayer a sus aficionados un “comportamiento irreprochable” durante el partido y recordó los incidentes ocurridos en Milán en abril, que provocaron una sanción de 35.000 euros a los portugueses. En la ida muchos seguidores donostiarras se hicieron fan del Benfica para acceder a entradas al margen de las enviadas por el conducto oficial.

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