BARCELONA

Hansi Flick no se corta ni con las vacas sagradas del Barcelona

Por segundo partido consecutivo, sustituyó para el último tramo del partido a Lewandowski, Olmo y Raphinha. Al polaco es a uno de los que más exige desde el verano.

Hansi Flick volvió a demostrar en Dortmund que no le tiembla el pulso. El pasado sábado, en Heliópolis, había justificado los cambios de sus vacas sagradas (Lewandowski, Raphinha, Olmo y Pedri) por la cercanía del partido de Dortmund. En el Signal Iduna Park, sin embargo, no había excusas. En el horizonte sólo estaba el partido del Leganés en el próximo domingo. Pero Flick repitió la operación. Fuesen cuestiones físicas o futbolísticas, prescindió de nuevo del polaco, el brasileño y el canterano sobre el minuto 70; e hizo aparecer a la que empieza a consolidarse como segunda unidad. Con distinta suerte, De Jong, Ferran y Fermín (en Sevilla había sido Gavi) entraron en el partido. Luego también se marcharon Pedri y Lamine. Seguramente, los cinco futbolistas más importantes del Barça, su pentágono letal, terminaron en el banquillo en un partido decisivo de Champions. No fue la primera vez que Flick lo hace; y parece que no será la última.

Flick quiere un Barça con capacidad para presionar arriba desde el primer al último minuto; y si para eso tiene que sacrificar a sus mejores jugadores con los riesgos que conlleva (acabar sin las estrellas en el campo no es políticamente correcto y puede generarle problemas con los egos.., y con la crítica si el resultado no es satisfactorio), parece dispuesto a pagar el precio pero mantenerse firme en sus ideas. A la larga, también sabe que eso puede ser muy valorado en un vestuario.

No parece una pose. Tampoco una exhibición premeditada de su principio de autoridad. Simplemente, una política necesaria para poder expresar su idea futbolística, que exige que el equipo esté firme en la presión para no recular ni un metro durante los partidos. Un par de ejemplos explica bien la manera de hacer el entrenador alemán. Este verano se sentó frente a frente con Ilkay Gündogan y, como explicó AS, le admitió que no le veía como titular indiscutible en un equipo que jugaría a todo tren desde principio de temporada. Flick valoraba el talento de su compatriota, pero tenía en mente un equipo que fuese más rápido y que asfixiase al rival: y ahí le encajaban mejor Dani Olmo, Fermín, Pedri o Gavi. Incluso De Jong, colocado de manera provisional (o no) en la mediapunta.

Pero al mismo tiempo que se sinceraba con Gündogan, lo hacía con Lewandowski. Desde que el polaco se incorporó al equipo después de la Eurocopa, Flick le recordó que, más allá de que compartiesen representante (Pini Zahavi), necesitaba que se implicase en el trabajo defensivo para poder desarrollar su idea de fútbol. Que se comprometiese con el grupo, sin embargo, no le iba a garantizar jugar los 90 minutos. Flick respeta su espacio y no le ha sustituido en ningún partido antes del minuto 65. Sólo le ha dejado sin jugar en Mallorca. Pero si tiene que sustituirlo, lo hace. Lewandowski, a cambio, está respondiendo a lo grande. Lleva 23 goles este curso. Pero no es intocable. Flick no se corta ni con las vacas sagradas.

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