Carrasco, el vecino más ilustre de ‘la pequeña Andalucía en Bélgica’
El rojiblanco se crio y empezó a perseguir su sueño en Vilvoorde, donde más de 2.000 habitantes tienen origen andaluz. “Es familiar y sacrificó mucho por el fútbol”, cuentan su madre y su tía.
El sábado tocó bingo en la Peña Andaluza y el martes, la Champions. En concreto, Yannick Carrasco, que juega este martes en Brujas, a unos 100 kilómetros de Vilvoorde, el pueblo donde se crio. “Claro, desde chico lo conozco”, contesta prácticamente cualquier vecino cuando se le pregunta por el rojiblanco. Y con acento andaluz, porque más de 2.000 de los 40.000 habitantes de Vilvoorde tiene su origen allí, la gran mayoría en Peñarroya (Córdoba), el pueblo de Juan, el abuelo materno de Yannick, “casi un padre para él”, dicen quienes los conocen.
La caída de la actividad minera provocó un éxodo masivo en los 60 y los 70 y así se formó rápidamente esta colonia andaluza en Bélgica, vista al principio con recelo. Vilvoorde, entonces ciudad muy industrial, está en la periferia de Bruselas y en el país es también conocida por su carne de caballo, por la primera tuna de Europa fuera de España y por su romería del Rocío, cuyo coro llegó a cantar en el funeral de la reina Fabiola en 2014. Y obviamente por Carrasco.
Al parque con el balón y su abuelo Juanito
“Es el embajador de Vilvorde (los españoles lo pronuncian con una o y llana) en Bélgica y en el mundo. Cuando juega con la selección, el pueblo se mueve”, resume Paco, viejo amigo del jugador que le recuerda, como otros tantos paisanos, haciendo regates de niño. “Empezó a jugar en el ‘parque de los patos’, lo llevaba su abuelo con la pelota”, rememora Leticia, de la quinta de Yannick, entre el barullo de la Peña Andaluza, donde los fines de semana se juntan decenas de vecinos para comer, bailar sevillanas o lo que se tercie. “Su vida ya era el fútbol de chico. Cada ratito libre era para el balón y cuando veía partidos con su abuelo le decía: ‘yo también saldré en la tele’. Si se iba a jugar con mi hijo y sus amigos, que tenían siete años más, se los regateaba a todos”, presume orgullosa la tía Juli.
En Vilvoorde todos conocen a los Carrasco, no solo al futbolista. A Juli, a la Vivi, a Carmelita, su madre, a Juanito y Carmen la sevillana, los abuelos... “Yannick es muy familiar y es el primero que quiere juntarnos”, cuenta su madre, que no puede contenerse cuando habla de su hijo: “Es el niño más bueno qué hay. Qué voy a decir yo, pero el amor que tiene por sus hermanos (dos chicos y una chica), por mí, por sus abuelos, ahora por su hijo… Los periodistas lo veis muy serio, pero no lo es”. Un Yannick que no tiene problemas en ver la romería con un bocata junto a sus vecinos. “Él cuando viene nos pide que lo tratemos como a un sobrino, no como a alguien que sale en la tele. Y sus amigos son los de toda la vida, desde chicos los guarda”, insiste su tía.
El 21 del Atlético vivió en Vilvoorde hasta los once años, cuando el fútbol le llevó de los parques del pueblo hasta Genk, donde una familia le acogió y él regresaba cada fin de semana para ver a su madre, a toda la familia Carrasco y a sus amigos. “Ha hecho muchos sacrificios”, reconoce su madre. Sus abuelos maternos han sido (y son, por eso ahora están en Madrid junto a él) figuras fundamentales en la vida del futbolista. Con 16 se marchó a Mónaco y luego Madrid, China y Madrid. Pero él sigue etiquetándose como “de Vilvorde”. Ayer pasó cerca y hoy, en las gradas del Jan Breydel, habrá gente muy próxima al jugador.
Proyectos sociales y deportivos
Por ejemplo, allí estará Hakim, el mejor amigo de la infancia de Yann, juntos desde los cinco años. Ellos dos y Kardo, otro colega, comandan desde hace tiempo una asociación para ayudar a chicos con menos oportunidades y, a la vez, fomentar el deporte en el pueblo. Tras la pandemia, involucraron al ayuntamiento para abrir el año pasado el complejo YC5. Es ya uno de clubes de pádel más importantes de la región y en un mes abrirá el área de fútbol 5, donde se hará también freestyle, una de las especialidades de Carrasco.
“A nivel social, Yannick ha estado siempre pendiente del pueblo y eso le hace ser aún más apreciado aquí”, valora Paco, ya jubilado y uno de los asiduos de las pistas de pádel, que bromea: “Le tengo un poco de tirria porque hasta él, yo era el español que más alto había llegado en el fútbol de Bélgica… Me quedé en Tercera”. “Yann tenía claro que quería ayudar y el deporte era una buena manera. Ahora queremos salir de Vilvoorde y llegar a más provincias”, aclara Hakim, mánager en el YC5, donde manda el castellano: “El pádel está de moda y el 70% de los jugadores son españoles”.
Para todos estos proyectos y para abrazar a su gente, Yannick se pasa siempre que puede por su Vilvorde. El Vilvorde de los Carrasco, el de Peñarroya. Un pedazo de Andalucía en Bélgica que presume de su vecino más ilustre y, gracias a él, se ha vuelto un poco colchonero.