LAS PALMAS

La afición de Las Palmas se aleja de los suyos

La asistencia media de espectadores al Estadio de Gran Canaria presenta la peor cifra de las últimas seis temporadas del equipo amarillo.

La frase “cualquier tiempo pasado fue mejor” define a la perfección la situación actual de los números que suele registrar el coliseo de la UD Las Palmas cada quince días, con unos seguidores hastiados de las numerosas meteduras de pata de su club tanto en la comunicación como en la gestión deportiva de las últimas temporadas. Atrás quedan aquellas tardes en Primera División con un estadio que sobrepasaba habitualmente los 20.000 espectadores, dejando paso a un recinto frío, con una afición que huye y apenas quiere saber de los suyos, pero ¿por qué ha sucedido esto?

Encarecimiento de abonos y desprecio institucional

Antes de llegar a uno de los momentos de mayor gloria de la UD, como fue el ascenso ante el Zaragoza en la temporada 2014/2015, tendríamos que irnos un año antes al conocido “Cordobazo”, en el que Las Palmas perdió el ascenso en la última jugada del partido, tras la desafortunada invasión de campo previa de buena parte de la afición amarilla. Aquel año, a pesar de llegar hasta esa finalísima, la asistencia media no fue para nada buena, con una cifra de 10.976 espectadores.

Tras aquel incidente que dejó a toda la isla con la miel en los labios y una sensación muy desagradable por lo ocurrido, supuso una extraordinaria reacción por parte de los seguidores en la siguiente campaña de abonados convencidos de que, tras dos promociones fallidas, ya era hora de conseguir el ansiado ascenso y así lo reflejan los 14.672 aficionados que acudieron de media durante aquel año culminado con el glorioso gol de Araujo.

Sin embargo, todo lo que tenía que ser alegría, jolgorio y satisfacción se tornó en cabreo generalizado cuando la UD anunció un incremento de precio de más del doble en la mayoría de las gradas. Un molesto reencuentro con la Primera División que fue alimentado por unas declaraciones incendiarias del presidente del club, Miguel Ángel Ramírez, donde manifestó que “el que no pueda pagarse el abono, que lo vea por televisión”. Sin duda. Una frase que sigue latente años después en el corazón de los fans cada vez que desde la entidad se aboga por la unión y se pide el apoyo al equipo sin fisuras.

La marcha de Setién

Después de dos años disfrutando de un juego espectacular, salvaciones holgadas y el reconocimiento mundial del buen hacer insular, las disputas de egos entre el entrenador cántabro y Ramírez acabaría con míster que él “había sacado del paro” fuera del equipo, con el resultado final la temporada siguiente de un descenso a todas luces merecido. Cuatro entrenadores, una cantidad enorme de fichajes mediocres y una gestión lamentable en el verano previo. De esta forma se pasaría de las buenas cifras de los años 2015/2016, con 21.248 espectadores y la 2016/2017, con 20.441, a la 2017/2018, con solo 16.074. Definitivamente, la afición había abdicado y se produjeron las primeras miradas en la era Ramírez hacia su figura, con cánticos y pancartas reclamando su marcha.

Una limosna para acallar las críticas

Tras el consumado descenso y la apatía de la desafección de los aficionados hacia el club, desde la entidad, con, de nuevo, Ramírez a la cabeza se dijo que regalar los abonos era "para compensar todo lo que ha sucedido este año, es lo mínimo que podemos hacer". Fue, sin duda, una manera de acallar las críticas y de evitar la desbandada generalizada después de tres años en Primera con unos precios desorbitados, como mismo afirmaban algunos sectores de los seguidores grancanarios.

A pesar de esta medida, la caída de asistentes fue significativa rebajando la cifra a una media de 12.217 personas, que aguantaron el devenir de un conjunto que contó con tres entrenadores en un supuesto proyecto de ascenso directo y que acabó con el equipo en tierra de nadie.

Hartazgo hacia la presidencia

Todo lo ocurrido durante esas últimas temporadas, con, como decíamos, una gestión deportiva deficiente, jugadores que no dieron la talla y otros de los que nunca se supo el motivo de su fichaje, unido a las continuas declaraciones de desprecio del club hacia sus aficionados han provocado que este año, con unos precios asequibles, sigan cayendo las cifras de fieles que acuden al Gran Canaria, registrando en estos 15 partidos disputados en casa hasta la fecha una media de 11.614 fans.

Un año marcado por la censura de la entidad ante las críticas, con una actitud amenazante hacia los “protestones”, donde se ha obviado la mención durante los encuentros al número de seguidores presentes para evitar los silbidos porque “si me pitan por ello, con no darla tengo”, dijo MAR a principios de año, y otra serie de perlas tales como “voy a estar en la Unión Deportiva hasta que me aburra”, en respuesta a las críticas, han provocado todo ese caldo de cultivo que hasta los más viejos del lugar no recuerdan. Eso sí, por si no fuera suficiente la actitud de bloqueo en las redes sociales al “disidente” ponen el broche de oro.

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