La Copa del Mundo que quiere España pesa cinco kilos en oro

Iker Casillas o Gio van Bronckhorst. Uno de los dos será el que levante hoy al cielo de Johannesburgo los algo más de seis kilos (cinco de ellos de oro puro de 18 quilates, más de 150.000 euros si se fundiera en un lingote) que pesa la Copa Mundial de la FIFA. El trofeo lo alzó por primera vez Beckenbauer en 1974 y desde entonces ha pasado por las ilustres manos de Passarella, Zoff, Maradona, Matthäus, Dunga, Deschamps, Cafú y Cannavaro.

Diseñado por el italiano Silvio Gazzaniga, la copa mide 36 centímetros y lleva incrustaciones de malaquita, una piedra preciosa verde, en su base. La intención de su creador era representar "la fuerza, el dinamismo y el júbilo del atleta en la victoria" en las dos figuras que sujetan el planeta tierra, a su vez una forma esférica, como el balón. La malaquita fue el toque de distinción de Gazzaniga, que vio en ella el verde de los campos de fútbol. "Además, añade una nota de color que le va muy bien al trofeo. Si fuera todo de metal, parecería un poco apagado, soso", afirmaba el diseñador italiano en una entrevista a la FIFA. A diferencia de la Jules Rimet, la copa original que logró Brasil en propiedad en 1970, el actual trofeo sólo se entrega al vencedor durante la ceremonia final.

Nombres en la base. Luego hay que devolverlo al propietario, la FIFA, antes de que la selección que triunfe regrese a su país para mostrar una réplica (versión pobre chapada en oro) a todos sus aficionados. Los nombres de los vencedores desde 1974 están escritos en la base, con lo cual, el actual trofeo también tiene fecha de caducidad, 2038. Por una razón muy sencilla: no habrá espacio para más inscripciones. Salvo que la FIFA decida convertir la Copa en un grafiti, que no parece. De momento han dejado su firma Alemania en 1974 y 1990, Argentina en 1978 y 1986, Italia en 1982 y 2006, Brasil en 1994 y 2002 y Francia en 1998. La siguiente será la de España o la de Holanda. Iker o Gio tendrán el honor.