Mundial 2010 | Holanda - España

Llegó el día soñado

España jugará contra Holanda para ganar la Copa del Mundo

juan flor y chema díaz

Lo que pide esta previa es una sucesión de adjetivos apasionados, una colección de arengas y soflamas, un canto a los corazones y hasta un llamamiento al sentimiento patriótico. Lo fácil sería abrir el catálogo de las decepciones y bailar sobre su tumba, recordar nuestras frustraciones infantiles, juveniles y adultas, y clamar, por cada una, venganza o justicia. Lo verdaderamente dramático sería poner a dios por testigo y decir que nunca más volveremos a pasar hambre. Sería una actitud conmovedora y comprensible, pero temo que entonces nuestra irracionalidad se parecería demasiado a la del pulpo.

Aunque nuestro entusiasmo se desborde, y es lógico que así suceda, conviene recordar que no estamos en manos de un equipo arrebatado y pasional. Ni hablamos tampoco de una Selección que se estimule a grito de "a mí el pelotón que los arrollo". Nuestro estilo es el contrario. Nuestra filosofía consiste en madurar los partidos y en hacer de la espera un arte. Nuestra táctica incluye una demostración de superioridad moral que mina psicológicamente al adversario.

No mezclemos las vísceras con esto. Ni esperemos encontrarnos un rival tan honesto como Alemania. Hoy no nos mediremos contra aquella naranja mecánica que revolucionó el fútbol. Esta Holanda son los restos de un naufragio. Pares sueltos de buenos jugadores. El talento que aún seguirá llegando a la playa después de aquella tormenta perfecta.

Lo que pretendo señalar, antes que una debilidad, es un peligro. Holanda, advertida por el pacifismo de los alemanes, nos pegará si es preciso. Es fácil que esa selección a la que tenemos por heredera del hippismo setentero salga más dispuesta a ganar el Mundial que a honrar a sus antepasados. Y en ese empeño podría encontrar lícito cualquier recurso.

De Robben y Sneijder, sus estrellas, hay poco nuevo que decir. Son futbolistas excelentes, pero que suelen volver sobre sus pasos. La diagonal del primero es una jugada tan recurrente como el disparo del segundo. Y habrá que seguir confiando en que su ingenio no se asocie con Van Persie, aislado en la punta y, hasta ahora, empachado de narcisismo.

Fieles. En España, salvo sorpresa del seleccionador, se apuesta por el mismo once que lució contra Alemania, incluido Pedro. El éxito dependerá de nuestra capacidad para desactivar las bombas que nos encontremos por el camino. La consigna es ser fieles a un estilo frente a un equipo que no tiene fidelidades que guardar.

Lo demás son cábalas, señales que podrían significar algo o no significar nada en absoluto. Jugamos en territorio que fue holandés (Mandela estuvo encarcelado en la Isla de Robben) y ante un rival que apela a la deuda histórica de dos finales perdidas. Se les acepta el lamento. Pero más nos debe el fútbol a nosotros.

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