Copa África | Diario de un periodista

Tengo las palmas de las manos bañadas en sangre

Nadie puede con los mosquitos.

Paco Zamora

Lo he hecho, padre, al menos en tres ocasiones y tengo las palmas de las manos bañadas en sangre. Pero juro que ha sido en legítima defensa, padre. O yo o el maligno y escurridizo enemigo que nace, crece y se multiplica sin freno entre humedales, drenes, charcos, ríos, lagos y remansos: el mosquito anófeles, transmisor del paludismo. Se cuela por cualquier rendija. No respeta ni pensiones ni hoteles de cinco estrellas. Y hasta se ha permitido la osadía de arraigarse en alturas como Tundavala. Contra él no han podido en siglos ni ejércitos ni guerrillas, ni trincheras ni campañas como la prevista aquí y a cargo de algunos cracks de la Taça. Resulta letal, insidioso, persistente y astuto.

Las hembras son las peores. Los machos, como en toda África, sirven más bien para nada. Para pegar tiros y poco más, andar molestando y volver engarrafados a casa a deshora cantando 'Angola patria querida, Angola de mis amores', con la trompa impotente para trabajar, picar, trasvasar el plasmodio de un cuerpo infectado a otro sano.

Me he cargado a un macho de un papirotazo utilizando como arma el Jornal de Angola, único diario de este país. Nada, pura prensa del Movimiento. De vez en cuando da la presencia de que se ocupa más de asuntos de allá que de acá. Lo digo por la cantidad de esquelas que publica. Y, encima, se distribuye de pena. En Luanda no hay problemas, pero en provincias...

Para ponerse al día mejor abastecerse de semanarios. Por ejemplo Folha 8, cañero como él sólo, con su punto de mala uva y palos al poder. No deja títere con cabeza. Me encanta sobre todo su sección de sucesos. Me recuerda a El Caso. Hay Cuore, Vida y chocolate, pero en mi opinión para prensa de calidad, la de asuntos monetarios, con el salmón Semana Económica.

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