Liga BBVA | Trigesimotercera jornada

Multifútbol

Raúl y Juande volvieron y vencieron en Sevilla. A seis días del clásico, la Liga se pone donde la quería el Madrid. Sólo un penalti que se comió Muñiz impide que los blancos se puedan encaramar al Barça si le ganan el sábado. Por abajo lo tienen casi imposible el Numancia y el Recre y sale del descenso un milagro llamado Espanyol.

Luis Homenajeó a su hijo y a los pericos

Luis García encauzó la victoria perica y luego se olvidó de la voltereta con la que suele o solía celebrar sus goles. Cambió de festejo y se llevó el dedo a la boca para dedicarle el tanto a su hijo Hugo, nacido hace ya un montón de semanas. Un poco más y le coge al niño haciendo la mili porque siete meses, siete, llevaba el delantero asturiano sin embocarla. La sequía se convierte en un drama para los goleadores, sobre todo para los buenos, pero aquí hay un matador. El homenaje de su padre lo compartirá Hugo con esa legión de sufridores españolistas, que siempre ha mantenido la fe. 17 jornadas después, tras ganar al Betis, los blanquiazules salen del descenso.

El instinto de Forlán

Forlán prefirió chutar en el 1-0 al Sporting, y eso que no había más compañeros que la soledad y la portería estaba a muchos metros. La razón decía que era mejor esperar al Kun o intentar un regate; el corazón, que debía tirar el gol. Y al uruguayo le volvió a ganar la intuición, mezclada con la suerte de rebote en un rival, como en el patio del colegio. Las tácticas y la disciplina le quitan la inocencia al futbolista, que olvida que disfruta de una profesión privilegiada porque un día comenzó a pegar patadas a una pelota sobre un campo irregular; sin árbitro y, sobre todo, sin un entrenador que le metiese en la cabeza otra idea que marcar. Mantener este instinto primario se convierte en la mejor virtud de los grandes delanteros, esos que no fallan los goles cantados y que cantan los que nadie esperaba que pudieran anotar.

Apoño: a veces, la ortodoxia no basta

Apoño, el Gattuso de la Palmilla, gestiona con máxima eficacia el ritmo de este Málaga casi europeo. Apoño no pega un regate de más, ni una patada de menos. Para él no existen los inventos, tampoco con gaseosa. La ortodoxia le alcanza hasta las penas máximas. Nunca se le ocurriría tirar un penalti a lo Panenka, no ya en el Bernabéu, sino ni durante una pachanga con sus amiguetes. Hasta el sábado, había convertido sin vacilar siete de siete, y todos siguiendo el manual. Alto y escorado. Pero los porteros se han quedado con la copla, y Aranzubía, al octavo penalti, le adivinó. Quizá, Apoño debería improvisar un poco. Que hable con Casquero...

Pablo hernández se bautiza con una pared

La pared demuestra que el camino más corto hacia la red no depende casi nunca de una línea recta, que el fútbol puede ser abstracto y materia artística. Pablo-Mata-Pablo y gol. Eso s más que en un museo, el deporte rey es digno de entrar en otra dimensión porque la pelota tiene sus propias leyes físicas y también dispone de sus propias coordenadas vitales. A la pelota no ganan siempre los buenos y los guapos, aunque se llamen Beckham. Este Pablo Hernández tiene cara de malo y el pelo enredado, mucho menos glamour que David y que ese Joaquín que vuelve locas a las coreanas, pero su sencilla manera de jugar le ha quitado la titularidad al portuense. Y eso que a Joaquín se le recuerdan muchas paredes... Pero ninguna tan sutil y efectiva, tan sencilla de definir en apenas dos trazos, como la que bautizó con fuego a este Pablo Hernández, extremo diestro del Valencia.

El personaje: Raúl

"Cuanto más veces le matemos mediáticamente, más fuerte regresará", me afirmó un madridista forofo acerca de Raúl. Como prueba este hat-trick, aunque al camión de récords del siete no se le recuerden demasiadas tardes tan fértiles como la del Pizjuán. Y eso que dormitaba, con apenas dos goles (ante Numancia y Espanyol) en los últimos diez partidos antes de visitar Nervión, lejos de la racha con la que se despachó en el nudo de la Liga. Higuaín y Huntelaar habían tomado el testigo... Y algunos dedos volvían a solicitar un banquillazo para el capitán. Pero si alguien parecía señalado para pegar el último arreón del carro era Raúl. Sobre él recaían las sospechas, él sería quien enganchase un poco más, precisamente justo antes del clásico, esta Liga a la que ya se le va quitando el color azulgrana. El siete aparecerá ahora en los títulos del comienzo del gran derbi y casi seguro que no nos defrauda: ha regresado de nuevo y más fuerte, sobreviviendo a los pocos críticos que le llueven en sus cada vez menos malos momentos. A un futbolista con mil vidas hay que llamarle al menos con tres nombres: Raúl-González-Blanco: Raúl Madrid.

Camacho, pobre pero valiente

En Valladolid, Camacho no tenía a Puñal y Vadocz, así que siguió mirando a la cantera. Esta vez debutó Ruper, un medio de 21 años. El murciano se muestra valiente hasta en la necesidad. Si salva a Osasuna, además, le habrá hecho medio equipo.

Stojkovic fue Mister Hyde

Stojkovic pasó de héroe a villano. El serbio se tomó la pócima para convertirse en Mister Hyde. Tres partidazos (Sevilla, Barça y Madrid) dieron paso a un fallo de juvenil en el 0-1 y un gol entre las piernas en el 0-2 del Villarreal.

Tres riojanos y un gallego

Tanto vasco y tanto cántabro en ese medio derbi que se jugó en San Mamés y la fiesta, de verdad, la pusieron tres riojanos, Llorente, David López y Pinillos, autores de los tres goles... Y un gallego inquieto, González Vázquez, con sus cinco expulsiones.

Jurado no resiste las comparaciones que, de juvenil, le hacían con Zidane. Pero en su pase a Castro, mirando al tendido, fue una buena copia de Michael Laudrup.

Negredo no goleó en esta ocasión, pero dio dos asistencias. El Animal amplía su hábitat natural, para alegría del Almería y para que el Madrid se decida a cazarle.

Lo más visto

Más noticias