Liga BBVA | Trigésima jornada

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Victorias grises de Madrid y Barça, con ayuda arbitral para los culés y sopor infumable en el Bernabéu. Pero la Liga sigue viva por arriba y menos por abajo, donde Numancia y Espanyol se repartieron las miserias en una jornada en la que lograban buenos pedazos de salvación el Betis, el Getafe y ese increíble Osasuna de Camacho.

Iturralde González, ese crack culé de guardia

Con el Barça en su versión más gris, apareció Iturralde González, crack culé de guardia. La monotonía cae pronto en el olvido y pocos se acordarán ya de la que formó el árbitro vasco el sábado. Yo mantengo fresco el gesto, entre el fastidio y la resignación, como si le acabaran de birlar la cartera, que lucía Lucas Alcaraz en la cara. No recuerdo un partido en el que Iturralde no la haya pifiado por lo menos una vez... Pero ahí sigue: trece temporadas lleva montándolas pardas. Villar le da bula para seguir pitando sin miedo a descender de categoría, o a perder el estatus de internacional. Porque no nos conformamos con sufrirle nosotros; encima, le exportamos.

Emaná, el ariete

Oliveira estaba sancionado y Sergio, lesionado. La necesidad obligaba a Nogués a improvisar en su debut, y el sustituto de Chaparro decidió saltar a los resúmenes con una apuesta arriesgada, de morir matando: dos extremos totales (Mark y Odonkor) y, arriba, otros dos futbolistas que casi nunca juegan en la punta, pero que ayer la debían compartir: Edu... y Emaná. Su pectoral desnudo nada tiene que envidiar al que el Jueves Santo volvieron a vestir los armaos de La Macarena, esos cofrades vestidos de romanos. La defensa del Racing temblaba cuando veía llegar tal montón de músculos. Emaná percutió una y otra vez, marcó dos goles y forzó una expulsión. En el camerunés, que llegó a España como medio defensivo, ha encontrado el Betis un gran ariete. Y lo de ariete, en este caso, es literal.

El Beckham de verdad vio al Beckham de Mula

Salía al escaparate del Bernabéu Pedro León, cuyo milimétrico y espectacular golpeo de pelota comparan los más entendidos con el de Beckham, y apareció por la grada blanca el ex galáctico David, Becks de verdad. ¿Casualidad o causalidad? Pedro hizo mucho de lo poco potable que se pudo ver en el sedante espectáculo (¿espectáculo?) ofrecido por el Madrid y el Valladolid ayer. Seguro que el inglés se marchó a Milán encantado con la actuación de este interior de Mula, que se vio a sí mismo, hace diez años, en tres pases largos de categoría, un par de centros con clase y algún recorte del que le costó rehacerse a Heinze. A los 22 años, Pedro León huye de farándulas, mechas y coches deportivos, y no tiene interés en volver locas a las japonesas. Pero, quiera o no, empieza ya a ganarse el amor de los ojeadores de equipos buenos. Le quedan dos telediarios en Zorrilla.

Villa marcó en Gijón y se sintió extraño

Dicen que Villa lloró anoche, preso todavía de esa sensación extraña, indescriptible, que significa marcarle y matar al equipo de tus amores. Gijón recibió al Guaje como un héroe, le aplaudió a rabiar y seguro que le perdonará el que tirara de profesionalidad para meter, de penalti, uno de los tres goles que le dieron la victoria al Valencia. Minutos después de disculparse con el sportinguismo, Villa entregó la pelota a un defensa rival cuando lo tenía todo para meter el segundo de su cuenta, solo como la una ante Lafuente. La jugada resumió la expresión de su corazón partío: resulta muy difícil, casi inhumano, separar las cosas de comer y las del corazón.

El personaje. Camacho

Palabras de José Antonio Camacho: "Si no sufres, no disfrutas del fútbol". La imagen de la izquierda, protesta airada, ceño fruncido, evoca con pureza al Camacho entrenador lo mismo que aquella con la cabeza vendada es la que más nos recuerda al Camacho futbolista: un hombre pasional, romántico, más cercano a la raza que a la libreta. En Pamplona, el técnico murciano encontró todos los elementos que han jalonado su manera de entender el balón: sudor, pasión, esfuerzo y, sobre todo, sufrimiento. Osasuna se hundía, a siete puntos de la salvación, y pocos se atrevieron a depositar su fe en un entrenador que no era "de la casa". Sin haberse sentado aún en el banquillo, los recelos se posaban sobre la figura del murciano: "¿Un madridista nos va a salvar?", masculló entonces algún pamplonés recio. Meses después, tres victorias seguidas han colocado a los rojillos cinco puntos por encima del abismo. El Reyno sufre menos, aunque ha de remar un poco más para quedarse en Primera. ¿Seguirá luego Camacho? Debería. Con él, Osasuna, ese equipo de hombres, tendría demasiada testiculina como para bajar los brazos nunca más.

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