Liga BBVA | Athletic

Llorente supera el virus y mandará en el Reyno

"El sábado estuve muy débil. Tras cada esfuerzo debía coger aire", dice

juan flor

El concurso de Fernando Llorente ante Osasuna está asegurado. El delantero regresó ayer a los entrenamientos tras dejar atrás el virus gastrointestinal que estuvo a punto de apartarle del partido ante el Mallorca y ahora sólo piensa en hacer frente a Osasuna "en un partido que nos puede dar mucha tranquilidad en el camino hacia la salvación".

El máximo goleador del Athletic esta temporada está muy recuperado del proceso vírico que le asaltó la noche del sábado. Y aunque todavía se encuentra renqueante, no deja de poner buena cara. Ayer, al término de la sesión preparatoria en Lezama, tardó más de veinte minutos en llegar al vestuario, porque se hinchó a firmar autógrafos a los niños que esperaban su salida.

El internacional cree que todo lo que sea "puntuar en Pamplona será positivo porque nos permitiría mantener la distancia con Osasuna, aunque está claro que vamos a ir a por la victoria. Nos espera un partido complicado, sabemos cómo se las gastan allí y en este curso tenemos reciente el ejemplo del partido de Copa. La afición de allí no nos trata muy bien, pero estamos acostumbrados...".

Calvario. Llorente acudió a la sala de prensa de Lezama después de haber pasado consulta con el médico y de haberse puesto en manos de los fisioterapeutas del club, porque en su cuerpo todavía hay secuelas del virus que le impidió rendir como en él es habitual frente al Mallorca.

El delantero recordó lo vivido el pasado sábado en San Mamés. No se lo desea a nadie: "Me puse malo la noche antes del partido y la verdad es que estaba muy debilitado". Buena parte de la madrugada previa al encuentro la pasó en el baño, con vómitos. El malestar era evidente. Pero había que dar un paso adelante porque el equipo se jugaba la vida. "Era un partido muy complicado y quería dar todo lo que pudiera al equipo. Dije que iba a jugar y que me iba a entregar hasta donde pudiera", apuntó. Y se vació.

Llorente no pudo evitar una muesca de desagrado cuando se le pregunta cómo se sintió sobre el césped: "Pues nada bien. Tras cada esfuerzo debía coger aire porque intentaba hacer cosas y veía que no estaba... Al final, de lo que se trataba era de correr lo menos posible para poder estar en las mejores condiciones en los momentos claves. Fue duro, pero había que ayudar". Fue un ejemplo más de madurez.

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