Liga BBVA | Deportivo 1 - Betis 1

Un empate a casi nada

Verdú marcó en fuera de juego. Posible penalti sobre Riki. El Deportivo se aleja de Champions y el Betis, a uno del descenso. Chaparro fue expulsado.

MUCHO TRABAJO. Oliveira estuvo muy activo e hizo emplearse a fondo a Lopo en muchas fases del encuentro de ayer en Riazor.

Si parte del público que ayer acudió a Riazor pidiese que le devolviesen el dinero de la entrada, Deportivo y Betis poco podrían objetar. El partido fue mediocre en la primera parte y un auténtico tostón en la segunda, a pesar de todo lo que había mucho en juego. Y eso que la tarde comenzó animada. El primero en aparecer por Riazor fue Oliveira, que se fabricó una jugada él solito, disparó con violencia y Aranzubía acertó a sacar una mano de lujo para que el balón acabase en el larguero. Del susto de la grada se pasó a la alegría, porque en el contraataque los coruñeses abrieron el marcador. Riki, recién papá, emuló al delantero bético construyendo una gran jugada individual. Después de un par de recortes, levantó la cabeza y vio desmarcado a Verdú. 'Error', pensó Chaparro, porque el catalán estaba en fuera de juego. Pues no, porque ni el línea ni Ayza lo vieron y el Deportivo se adelantó en el marcador ante las inútiles protestas verdiblancas. La polémica del partido se completó en el minuto 15, cuando Riki pidió un penalti, que sí parecía, de Melli. De nuevo Ayza y su asistente coincidían: 'Que siga el juego'.

A partir de ese momento el Betis dio una explicación sobre el campo de por qué está sufriendo lo que está sufriendo. Al cuarto de hora de partido ya era un equipo roto, partido en dos y en el que nadie aprieta. Desde el tanto de Verdú hasta el descanso el Deportivo tocó el balón todo lo que quiso y más ante un rival que desconocía el significado de las palabras presión y orden. La defensa y Ricardo sufrían, los mediocentros paseaban de un lado a otro contemplando el rondo blanquiazul, y así el aficionado bético suspira porque algún balón llegue a los de arriba. No me extraña, porque la calidad de Sergio García, Emaná y Oliveira es lo único que salva puntos. El camerunés, que lo había intentado a balón parado (Aranzubía colocó fatal la barrera), apareció para dar un pase de oro a Sergio García que sacó un latigazo fulminante que dejó sin opciones a Aranzubía.

Se supone que el orden y la táctica es aportación del entrenador, y por lo visto ayer no es raro que Lopera tenga ganas de sacar el hacha. Si uno se para a pensar, el presidente tiene casi tanto mérito como su entrenador, porque los fichajes hechos a base de talonario (Oliveira, Emaná y Sergio García) son los que sacan las castañas del fuego gracias a una calidad que tiene que ver más con los euros que con aciertos de pizarra. Chaparro culminó su recital metiendo a Damiá por Mark González y mandando a Sergio García a la izquierda, donde desapareció. El técnico bético no las tiene todas consigo, porque el empate sitúa a su equipo a un punto del descenso, y eso da miedo, mucho miedo. Por ahora sabe que el próximo partido no lo verá sentado el banquillo del Lopera Estadio, la duda es si será por la roja que le sacó ayer Ayza Gámez o porque es su presidente el que finalmente decide expulsarlo.

Y es que el daño pudo ser mayor, pero no lo fue porque el Depor lo vio tan fácil que se acomodó al ritmo cansino del Betis dando por hecho de que la victoria llegaría por si sola. No fue así por la falta de puntería de Verdú, la aportación de Ricardo, la lesión de Riki, la falta de puntería de Lassad (quizás sí deba de empezar a preocuparse porque llegue su primer gol) y la mejoría del Betis en el segundo tiempo.

Oliveira.

De hecho, el que tuvo más cerca la victoria fue, curiosamente, el Betis. En el minuto 83 Oliveira buscó a Colotto harto ya de Lopo (le amargó la tarde) y ganó por velocidad un balón al central argentino para verse mano a mano con Aranzubía. Dani, que tenía ganas de olvidar el error del Molinón, aguantó rodilla en tierra y evitó la derrota de su equipo, que por otra parte tampoco hubiese sido justa.

Así, el Depor ve como la Champions se aleja a cinco puntos y comienza a despertar de un sueño quizás demasiado dulce para sus posibilidades. Éstas huelen a UEFA (un logro extraordinario), pero para conseguirlo debe recuperar las sensaciones en Riazor, un antiguo fortín de donde últimamente vuelan demasiados puntos.

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