Copa de la UEFA | Salzburgo 0 - Sevilla 2

Un paseo con Kanouté

El Salzburgo sólo inquietó en el arranque del partido El delantero malí volvió a ser una garantía Regresó la mejor versión de Adriano Correia

PRESIÓN. Sólo duró los primeros minutos del partido.

El partido se disputó en césped artificial, pero pudo jugarse en un empedrado y el resultado final hubiera sido el mismo. La eliminatoria quedó sentenciada en el Sánchez Pizjuán, cuando el Sevilla firmó un 2-0 sin necesidad de hacer nada del otro mundo. La velocidad de crucero fue suficiente para dejar en la cuneta al Red Bull Salzburgo. Poco más le hizo falta al Sevilla para meter el cuello en la liguilla de la UEFA. Misión cumplida.

Janko crea expectación con su talla y provoca que el miedo se dispare. Es la promesa del fútbol austríaco. Kanouté es un artillero consagrado, instalado en el escaparate de los mejores del mundo. Sobre esa eternidad que separa a los dos giró la historia del partido. Janko desperdició un remate cómodo en el ambicioso arranque de su equipo. Kanouté firmó un trabajo profesional en su primera aparición. La eficacia separa a los buenos de los malos. Y Kanouté se encargó de hacer la criba correspondiente.

El Salzburgo salió con un ataque inquietante. Kovac y Jezek llegaban por bandas y servían pases envenenados a Janko. El gigantón no acertó en las dos que tuvo y Zickler mandó al cielo un balón que la defensa sevillista, dormida sólo en esa acción, le cedió. Tchoyi superaba a Romaric, que sigue sin ofrecer las prestaciones que se esperan de él. El Sevilla se atrincheraba, acorralado por el empuje de los locales y la inestabilidad de la temida hierba sintética. Pero aguantó el tirón inicial y se estiró.

Jesús Navas aventuró el cambio de sino del encuentro en un uno contra uno con Ochs que no pudo concretar. A partir de ahí, el Sevilla se creció y activó un mecanismo de paredes repletas de calidad. Adriano y Navas corrían como liebres. Aparecían y desaparecían. Sacaban la cabeza y la escondían. Los austríacos enloquecían porque no encontraban la forma de pararlos. De los dos extremos nacieron los goles de la sentencia.

El primero llegó tras una internada del implicado Adriano Correia que Kanouté remató con habilidad asombrosa. La mejor versión del brasileño regresó anoche en Salzburgo y eso es una buena noticia. El segundo, tras otra pared con Jesús Navas que acabó en penalti a Kanouté. El malí siempre está cuando se le necesita. Es el fontanero que surge en la madrugada para tapar un escape, el joven que para los coches para que el abuelo cruce la calle, el padre que siempre arregla los problemas. Una bendición.

Los minutos finales del partido sirvieron para descubrir las habilidades del argentino Lautaro Acosta. Ganó la calidad. Ganó el Sevilla. Paso al frente.

Lo más visto

Más noticias