Segunda | Real Sociedad

El Consejo fue ratificado entre insultos y abucheos

Un 46% votó a María de la Peña, pero queda tocada

amaia zabalo

La Real quedó ayer al borde del caos tras la celebración de la junta extraordinaria en el Kursaal donostiarra para ratificar o no al Consejo de María de la Peña. La votación resultó favorable a los actuales dirigentes, que seguirán gracias a un 46% de los votos frente a un 40% en contra. María de la Peña será presidenta los próximos tres años, pero su posición queda extremadamente tocada. El Consejo abandonó la sala ante los pitos y los abucheos de unos accionistas muy encrespados. Salva Iriarte será el director deportivo, Chris Coleman, el técnico y Juan Larzabal, Luis Mendiola y Joan Bonet entran en el Consejo, pero todos se preguntan si están legitimados después de lo de ayer.

Desde el primer momento, los accionistas quisieron mostrar su disconformidad con la gestión del Consejo actual. Los gritos de "dimisión" estuvieron presente durante toda la junta y los problemas para De la peña comenzaron con su discurso. Tardó más de una hora en terminarlo, primero por una extensión extrema y extrañamente centrado en el pasado, y por las constantes interrupciones de los accionistas, que no cesaron de gritar cada tres minutos.

Toshack no.

Especialmente duros fueron los abucheos cuando la presidenta se refirió a la cantera e intentó explicar el papel del galés Toshack. Los accionistas se posicionaron absolutamente en contra y protestaron con más fuerza que lo habían hecho antes.

La irritación se dejó ver, sobre todo, en los turnos de ruegos y preguntas. Las peticiones formales de dimisión y las palabras de rechazo fueron los que dominaron. Hubo más de un enfrentamiento dialéctico, como el protagonizado por Peio Godoy, vicepresidente de APARS, que pidió insistentemente, incluso al notario de la junta, los nombres de los accionistas con más de 1.000 títulos.

Ante semejante panorama, María de la Peña decidió saltarse el último punto del orden del día y puso fin a la junta. Salió de la sala del Kursaal con una sonora pitada. Los accionistas no acataron el resultado de la votación y acusaron de pucherazo a un Consejo que seguirá en la Real, aunque muy debilitado y con escaso apoyo de la masa social.

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