Pogacar cae, los favoritos le esperan y gloria para Uno-X con Abrahamsen

El Tour de Francia completó su última travesía previa a los Pirineos. La hora de la verdad llega a la ronda francesa con un primer asalto montañoso en Hautacam, cuya última aparición en 2022 supuso la sentencia de la general para Jonas Vingegaard en detrimento de Tadej Pogacar. Este miércoles, en el relanzamiento de la carrera tras el día de descanso, el danés volvió a agitar sin éxito el avispero, y el esloveno sufrió una caída a 6 km del final. Un toque involuntario de Tobias Johannessen fue el causante, pero sus rivales no estaban por la labor de hacer leña del árbol caído. Ben Healy, todavía maillot amarillo, Evenepoel y compañía decidieron esperar al campeón del mundo. Absoluto fair play. Veremos si Pogi acusa el golpe en Hautacam o si se queda en anécdota…

El desenlace de la jornada también estuvo a la altura de tal estado de nerviosismo. Jonas Abrahamsen le dio el primer triunfo de su historia al Uno-X en el Tour, después de culminar un esprint ajustadísimo ante Mauro Schmid, el otro superviviente de la escapada. Un esprint que terminó sin daños que lamentar después de que un espontáneo se colase en la recta de meta para tratar de boicotear la carrera. Un susto del que, afortunadamente, nadie se acordará.

No existen días de transición en el Tour de Francia. Aún menos en esta edición, en la que se devoran kilómetros a ritmos irreales. La 11ª etapa estuvo en velocidades de la 9ª, día que terminó como la segunda jornada más rápida de siempre de la Grande Boucle (50,01 km/h). Así las cosas, transcurridas dos horas de carrera, se habían completado 100 km. Ni el calor, ni la fatiga acumulada, ni estar en vísperas de los Pirineos, frenó el ímpetu de esta serpiente multicolor hambrienta. En el ecuador de la etapa se lanzó a por el quinteto de fuga un grupo perseguidor que haría temblar a cualquiera: Van Aert, Van der Poel, De Lie, Laurence y Simmons. Espectáculo asegurado.

Y eso que lo mejor estaba por llegar… Los últimos 50 km, de los 156 que componían el recorrido, eran un auténtico serrucho, con numerosos repechos y cuatro explosivas cotas (tres de 4ª y una de 3ª) que podrían dar mucho juego. Para entonces, Vingegaard volvió a dar muestras de esta nueva versión ofensiva lejos de la alta montaña, a la que tan difícil resulta acostumbrarse, cuando atacó por sorpresa pensando en enlazar con Van Aert. Pogacar y Evenepoel, muy atentos, no tuvieron problemas para cerrar el hueco.

La persecución entre los fugados, más que inquietar a las presas, fue una auténtica tortura para los depredadores. El recelo de sus compañeros de aventura hizo que Van der Poel y Van Aert tuvieran que asumir casi todo el trabajo en los relevos, por lo que el pulso entre primer y segundo grupo se mantuvo por más de 40 km. En la Côte de Vieille-Toulouse, con los de cabeza a tiro, Simmons pasó al ataque. Van der Poel y Van Aert acusaron el sobreesfuerzo, pero el norteamericano, aun así, se quedó en tierra de nadie. La aceleración como respuesta de Schmid y Abrahamsen tuvo la culpa.

Perdón y… caos

En las rampas de hasta el 20% de la última cota se hizo una selección natural en el grupo de favoritos en la que no pudo estar Carlos Rodríguez. Momentos antes, Van der Poel pegó un estacazo tremendo con el que rebasó fácilmente a la gran mayoría de fugados, pero que por muy poco no le sirvió para alcanzar a Schmid y Abrahamsen en la meta. Al holandés le sobraron piernas, pero le fallaron los cálculos. El suizo y el noruego protagonizaron un esprint agónico, que cayó de lado de Abrahamsen por centímetros.

Por detrás, todo parecía en calma, pero Vingegaard, quién si no, no estaba por la labor. El danés atacó justo antes de coronar Côte de Pech David y se llevó con él a Pogacar y Evenepoel. Al no abrir hueco, levantó inmediatamente el pie. Cuando todo se encaminaba a una llegada tranquila, sin sobresaltos, ocurrió… Johannessen también le dio protagonismo al Uno-X, más allá del triunfo de su compañero, pero no del modo que le gustaría. En una maniobra sin ninguna mala intención, se cruzó por delante de Pogacar, tocándole la rueda delantera a 6 km del final. El esloveno se fue al suelo golpeándose en la cadera, pero volvió a la acción rápidamente. Perdió unos 15 segundos, pero el grupo del líder, Evenepoel y Vingegaard ordenó esperar. No era día para hacer sangre. Mañana será otro cantar…

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