CICLISMO | PARÍS-ROUBAIX (F)

Alison Jackson doma el caos

La canadiense del EF, presente en la fuga inicial, resuelve al esprint la tercera edición de la París-Roubaix femenina, marcada por las caídas de las favoritas.

FRANCOIS LO PRESTIAFP

Desconcierto, caídas, pinchazos, barro, sangre: el paisaje del infierno. Y en él, emerge Alison Jackson, capaz de domar el caos en la tercera edición de la París-Roubaix femenina, rompiendo la tiranía del Trek (pleno hasta hoy). Nadie esperaba su victoria, pero pocas se la merecían tanto. La canadiense del EF había estado presente en la fuga del día, formada por 18 corredoras. Y, seguramente, fue la que más luchó para mantenerla viva durante los 130 kilómetros que duró, hasta el final. Hasta que, en un reducido esprint con Katia Ragusa (Liv Racing TeqFind), segunda, y Marthe Truyen (Fenix-Deceuninck), tercera, cruzó la meta para lograr la victoria más importante de su carrera. Negaba con la cabeza y se echaba al suelo con las manos sobre el rostro. “Cuando, en la previa, ves el velódromo, recuerdas que era uno de tus grandes sueños. Aún no me creo que sea real. Tengo muy pocas palabras para describirlo”, decía, con lágrimas en los ojos. No se lo creía: a su espalda, había visto el mundo arder.

La París-Roubaix es un ejercicio de supervivencia aliñado con ciclismo (145,4 km con 17 tramos adoquinados). En un goteo constante, los dorsales se van quedando por el camino. Hoy no era la excepción. En esta especie de ruleta con la que se divierten los demonios, le tocaba a la española Sandra Alonso (Ceratizit-WNT Pro Cycling), que fue 10ª el año pasado. A 77 kilómetros del final, se veía obligada a abandonar. La lluvia, presente durante buena de la semana, había hecho su trabajo. En muchos de los tramos adoquinados, los laterales, las zonas que se intentan aprovechar para evitar el contacto directo con el pavés, estaban impracticables. El barro, como si tuviera brazos, atrapaba tantas ruedas como podía. Incluso las de la campeona. En el Pont-Thibault à Ennevelin (a 37 km), Elisa Longo Borghini (Trek) se iba al suelo. Y, con ella, casi todas las favoritas. Sanne Cant (Fenix-Deceuninck), seguramente por una herida en la ceja, sangraba de forma abundante y Romy Casper (Soudal Quick-Step), escurridiza entre los brazos del descontrol, era la única que se libraba.

No le sería suficiente para alcanzar a un grupo cabecero al que, en solitario, sólo había retado Daniek Hengeveld (DSM). La fuga, que llegó a tener casi seis minutos de renta, se lo creía y las favoritas sufrían. Sufría Borghini. Sufría Lotte Kopecky (SD Worx), que en Auchy à Bersée (a 50 km), como ya hizo el año pasado, había atacado con fuerza, seleccionando el grupo estelar que terminaba yéndose al suelo. Y sufría Marianne Vos (Jumbo), siempre a contracorriente tras un pinchazo a 74 kilómetros de meta. “Quería ser parte de la escapada. Quería adelantarme en la carrera, no quería esperar. Debido a que llovió un poco a principios de semana, iba a estar resbaladizo y, en una carrera como esta, necesitas evitar la mala suerte. Cuando se formó la fuga, estaba lista”, detallaba Jackson sobre su táctica. Delante, era posible elegir la trazada.

Clasificación de la París-Roubaix femenina 2023.

Drama hasta el final

Las favoritas, sin tantas posibilidades para moverse a su antojo, habían caído, literal y metafóricamente, pero no habían dicho su última palabra. Con el coraje de las grandes, magulladas, se levantaban. Sobre todo, una Kopecky que había ganado tres de sus cinco carreras este año. Suyo había sido el ataque más importante y suyo fue el mérito de poner en aprietos a la escapada. “En el tramo final, el grupo volvía a nosotras y sólo cuatro de las siete queríamos luchar. Pero, o no corres y pierdes la carrera, o corres duro y tal vez tienes una oportunidad. Simplemente, confié en mí misma y en mi pasión”, añadía Jackson. A 4,5 km de meta, con 20 segundos de renta para las resistentes, atacaba Lucinda Brand (Trek). A 4,1 km, lo hacía Longo, con Kopeky y Marta Bastianelli (UAE) a su rueda, pero no llegaban. Femke Markus (SD Worx), que luego caería ya dentro de él, era la primera en entrar al velódromo de Roubaix. Y Allison, incrédula, la primera en cruzar la línea de meta. Inmaculada, sin un rasguño. La elegida desde el inframundo.

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