VUELTA A ESPAÑA | ETAPA 16

Vuelven los Lagos: del adiós de Indurain a las gestas de Perico

Este martes 3 de septiembre La Vuelta regresa a la mítica cima asturiana, la más utilizada de siempre en la carrera española.

Web oficial Pedro Delgado

Aunque la historia suele asociarse con el blanco y negro, ésta fue una Vuelta a España de Azul y Negro. El grupo murciano ya había dotado al ciclismo de una banda sonora el año anterior con la inolvidable ‘Me estoy volviendo loco’, y en 1983 se sacaba otro conejo de la chistera. ‘Con los dedos de una mano’ suena machacón en el fondo de los resúmenes de Televisión Española y, lo que es más importante, al inicio y al final de las retransmisiones en directo, la gran novedad de aquel año para dotar al espectáculo deportivo de una penetración todavía mayor en los hogares españoles. Eso, y los Lagos de Covadonga.

Por aquel entonces, La Vuelta a España era una carrera en busca de sentido y sostenibilidad. Sólo cuatro años antes, de cara a la edición de 1979, la Real Federación Española de Ciclismo se había visto obligada a rescatarla en colaboración con Unipublic, que en adelante asumiría el peso de organizar la carrera. Era una época de cambios rápidos y profundos en el país a todos los niveles, y de experimentación en lo deportivo.

La alta montaña definía las mejores pruebas ciclistas del mundo, pero en la gran ronda española sólo se había coqueteado con puertos de paso en los Pirineos y finales en alto modestos en subidas de poco desnivel acumulado como Arrate (estrenado en 1972), el Naranco (1974) o Formigal (1975). Fue con Unipublic que por primera vez se programó una meta en la cima de colosos como Sierra Nevada (1979) y los Rassos de Peguera (1981). Y entonces, en 1983, llegaron los Lagos… de Enol. Y es que, en las dos primeras ocasiones en que se encaró esta subida mítica, su denominación oficial fue ‘Lagos de Enol’.

Don Pelayo

Dice el acervo popular que Cangas de Onís fue la primera capital de España porque en ella estableció Don Pelayo, primer monarca del Reino Astur que, con el paso de los siglos, devino el actual Reino de España. Sus restos reposan en la Santa Cueva del Real Sitio de Covadonga, junto a la virgen homónima, y es ahí donde se sitúa el inicio de la subida de unos 12 kilómetros que se adentra en el Parque Nacional de los Picos de Europa para culminar en los Lagos de Covadonga. Se trata de un paraje privilegiado en el cual hay dos lagos glaciares permanentes, el Enol y el Ercina, y un tercero estacional, el Bricial. Un regalo para el visitante; un suplicio para el ciclista.

Aquella primera vez que La Vuelta encaró los Lagos de Enol se repitió hasta la saciedad que serían los ‘Lagos de Hinault’ porque el ‘Tejón’ Bernard Hinault, con cuatro ediciones del Tour de Francia y una de la gran ronda española en su palmarés, era el máximo favorito a triunfar en su estreno. Sin embargo, sucedió que el ‘Junco de Bérriz’ Marino Lejarreta fue más fuerte que el francés cuesta arriba, y que el palentino Alberto Fernández defendió con éxito su maillot de líder, por aquel entonces amarillo. El bravo ‘Galletas’ había salido aquel día desde su pueblo, Aguilar del Campóo, en lo que fue uno de sus últimos grandes días de gloria sobre la bicicleta antes de fallecer al año siguiente en un trágico accidente de tráfico. No obstante, en aquella Vuelta tanto Lejarreta como Fernández acabaron siendo rendidos por Hinault, que dio el golpe de gracia en el Puerto de Serranillos a dos días de Madrid.

La subida a los Lagos de Covadonga fue definida por distintos personajes del mundo del ciclismo como “despiadada”, “terrible”, “más dura que el Alpe d’Huez”; pero, por encima de todo, se convirtió en “el primer signo de identidad de La Vuelta” en su época moderna. Nada menos que 22 veces ha figurado en el recorrido de la gran ronda española, lo cual lo convierte en el final en alto más frecuentado por la carrera. A lo largo de los años, los Lagos de Covadonga han vivido momentos de todos los colores. En los capítulos tristes, ninguno como el escrito por el mejor ciclista español de la historia el día que no llegó a escalarlo. Miguel Indurain cerró su carrera deportiva no completando su peregrinación a los Lagos de Covadonga en La Vuelta de 1996: se quedó a una decena de kilómetros de la Santa Cueva, y a 26 del Enol y el Ercina, cuando cesó la marcha a la altura del Hotel El Capitán de Cangas de Onís. Fueron sus últimas pedaladas como ciclista profesional.

Roglic, Nairo, Lucho Herrera...

En las páginas de gloria, una omisión llamativa: ningún ciclista ha alzado los brazos en los Lagos de Covadonga vestido de líder de La Vuelta. Sí que tres ciclistas sentenciaron la carrera en su favor aprovechando un triunfo en sus rampas: ‘Lucho’ Herrera (1987), Nairo Quintana (2016) y Primoz Roglic (2021) ganaron en los Lagos y se auparon al primer puesto de la general, que en los tres casos ocuparon hasta el final. También ‘Perico’ Delgado venció en esta cima en 1985, y se puso líder… pero perdió ese honor al día siguiente en favor de Robert Millar (en la actualidad Philippa York), a quien sólo descabalgó en la mítica etapa de las Destilerías DYC un día antes del fin de fiesta en Salamanca.

Tres años después de su último paso en 2021 y un año después de que La Vuelta Femenina fuese testigo de la vibrante batalla entre Demi Vollering y Annemiek Van Vleuten, los Lagos de Covadonga acogerán otra gran batalla por la general entre el líder Ben O’Connor, Primoz Roglic y Enric Mas. Sus 12,4 kilómetros de longitud y 865 metros de desnivel, 6,95% de pendiente media con pendientes máximas del 15% en la zona de La Huesera, serán el primer test serio para la general de La Vuelta en una última semana donde también esperan los duros finales en alto en Moncalvillo y Picón Blanco antes de la crono final de Madrid.

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