Evenepoel sobrevive a dos caídas y Groves se estrena en el Giro

Lentes claras en las gafas. Los corredores, paraguas en mano. Señales inequívocas de que la quinta etapa del Giro de Italia sería pasada por agua. La lluvia que cayó en Atripalda, localidad de salida, y sus alrededores desde primera hora de la mañana fue espectacular, lo que dejó un escenario de auténtica supervivencia. El gran protagonista de la jornada, por lo bueno y lo malo a su vez, fue Remco Evenepoel. El belga salió ileso de dos caídas bien distintas. La primera, por culpa de la intrusión de un perro en la carretera. La segunda, por un contacto que él mismo tuvo con otro corredor. La suerte le sigue sonriendo al campeón del mundo, ya que no sólo no se hizo daño, sino que tampoco perdió tiempo: su segundo incidente ocurrió dentro de los tres últimos kilómetros. En toda esta vorágine, Andreas Leknessund mantuvo la maglia rosa, mientras que Kaden Groves venció al esprint para conseguir su primer triunfo en la Corsa Rosa. Después de ganar etapa en la pasada Vuelta, el australiano (24 años) tendrá a tiro conseguir la colección de victorias en las tres grandes cuando acuda al Tour de Francia.

El piso estaba tan sumamente delicado que la salida neutralizada se alargó más allá del kilómetro 0. Ya en acción, cuatro corredores ganaron unos metros, pero rápidamente experimentaron en sus carnes el estado del asfalto: curva cerrada a derechas, en bajada, y Gandin y Marcellusi, al suelo. Un presagio de lo que estaba por venir… El del Corratec pudo alcanzar al resto de sus compañeros de fuga, que quedó formada por él, Samuele Zoccarato (primera escapada del Bardiani en este Giro) y Thomas Champion (Cofidis). También estuvo Thibaut Pinot, pero su presencia fue testimonial: sumó los 9 puntos del Passo Serra para reforzar su liderato de la montaña y levantó el pie del acelerador para volver al pelotón.

Entonces, cuando los ciclistas llevaban completados apenas 20 kilómetros, sucedió… Al paso por una población, un perro entró en la carretera e impactó con Davide Ballerini. La acción del animal, que estaba completamente suelto, hizo que un bidón del corredor caído saliese disparado de su bici y se cruzase en la trayectoria de Evenepoel. El belga sufrió una dura caída. El mundo del ciclismo y los tifosi contenían la respiración. Segundos después, el belga se reincorporaba ayudado por sus compañeros y volvía a la carrera. Pese a los momentos de incertidumbre, Remco despejó las dudas en cuanto le enfocaron las cámaras: pulgar arriba y sonrisa. Había gastado una vida, pero la partida continuaba.

Fue un aviso a navegantes. El pelotón, en un bonito gesto, bajó el ritmo para que Evenepoel volviese al grupo de la mano de sus compañeros de equipo, y así se mantuvo la intención durante gran parte de la jornada. Se extremaron precauciones y ningún equipo optó por poner la carrera patas arriba (la velocidad media final fue de 37 km/h), a pesar de que la subida y bajada del Oliveto Citra (3 km al 8%) daba pie a ello. Quedaba por ver el esprint en la meta de Salerno, pero los sustos estaban lejos de desaparecer…

A falta de 7 km, un corredor del Alpecin se cayó en una curva a derechas y provocó una pequeña montonera. ¿El resultado? Numerosos cortes en el pelotón en los que se vio involucrado Primoz Roglic. El esloveno cambió rápidamente la bicicleta con su compañero Koen Bouwman, por lo que finalmente pudo enlazar con el grupo de cabeza. Y ahí no acabó la cosa, porque dentro de los últimos 3 km, zona de protección, Evenepoel se caía tras contactar levemente con el cuerpo de otro corredor. Groves se impuso con claridad a Milan y Pedersen en un esprint que pudo acabar mucho peor de lo que fue. Cavendish se cayó a toda velocidad, tras tocar fortuitamente a un corredor del Bardiani que iba pegado a la zona vallada, y varios corredores más se vieron afectados. Día de perros.