TITAN DESERT MARRUECOS | INTRAHISTORIA
Estrés, chubasquero y paz
Un redactor de AS participa en el ‘Dakar del MTB’ con el Aural Team. En la segunda etapa salta la sorpresa: frío y lluvia en el Atlas. El calor quedará para el desierto.
Cuando uno decide participar en la Škoda Titan Desert Marruecos, que hoy completó su segunda etapa, te vuelves un poco loco consultando a los veteranos y visionando vídeos de YouTube. Cientos de consejos. Que se agradecen pero generan estrés...
La lista para hacer la maleta en casa, antes de partir con el Aural Team de Abel Antón (doble campeón del mundo de maratón) y Silvia González (autotransplantada de médula en noviembre), es dramática. Nada te cabe. Crema específica para la badana para que el culete no sufra. Crema de hidratación profunda. Probiótico para el estómago para aguantar la ingesta de barritas y geles (debes transportarlo todo tú porque los avituallamientos son sólo líquidos). Potasio y magnesio por las mañanas. Recovery con glutamina tras la etapa. Durante, beber constantemente y comer cada media hora con una carga de carbohidratos que sea suficiente.
Y sigue: en el campamento evitar los alimentos crudos y las salsas para no pillar una gastroenteritis por lo que se te acaba poniendo cara de spaguetti... Todo para poder aguantar más de 600 km durante seis jornadas compartiendo jaima con otros dos compañeros. Durmiendo poco y mal.
El primer día eres un zombi que no hace más que hacer y deshacer la maleta sin encontrar nada. Al segundo, la cosa comienza a fluir. Diana a las seis de la mañana, ir rápido a los servicios (inodoros cubiertos con una cortinilla), desayunar a tope, cargar agua en la mochila de hidratación y los bidones, untarte de crema, vestirte, ir al control de firmas, recoger la bici que han afinado los mecánicos. ¡Uffff!... Y comenzar a pedalear.
La segunda etapa, entre Boulmade Dades y Tourza, con un recorrido de 106 km y 1.800 metros de desnivel se hace más agradable que la primera. Te permite rodar. Las pistas son anchas. El paisaje de película en algunos tramos compensa el esfuerzo. Pero antes de llegar aquí todo el mundo te hablaba del calor agobiante. “¿Qué hago, meto el chubasquero?”, te preguntas en Madrid. Y, afortunadamente, lo metes. Porque en el Atlas, a 2.000 metros, de repente empieza a llover y hace un frío que pela (7 grados y sensación térmica bastante inferior). En las bajadas no te sobra nada: camiseta interior térmica, maillot, manguitos, chaleco y el bendito chubasquero que salva una jornada que podría haber terminado con un catarrazo.
Pero la Titan también es paz cuando estás en carrera y te olvidas de ese estrés previo. Cuando te ves solo en una bajada de varios kilómetros y te relajas (dentro de lo posible a toda pastilla y con pedruscos jalonando la pista). Sientes un placer profundo. Porque encuentras lo que has venido a buscar. Sensaciones únicas. Superar un reto personal del que has descontado un día más.
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