Ciclismo | Tour de Francia

Los equipos se llevan la guerra de los pinganillos

El Tour le pide a la UCI que los acepte mañana.

jesús rubio

El pelotón ha ganado la Batalla de los Pinganillos. El Tour ha pedido a la Unión Ciclista Internacional que decidida abortar su idea de volver a dejar una etapa, la de mañana con final en Colmar, sin auriculares para los corredores. El comité director de la UCI se reunirá hoy para tomar una decisión definitiva que, por lo escuchado en el parking de los equipos, anulará esa iniciativa por lo que la etapa se disputaría con normalidad. La pseudo etapa del martes ha hecho mucho daño.

Todos les señalan a ellos. A los pinganillos. Egoi Martínez sonríe para la foto. A los franceses no les hizo ninguna gracia que se les escamoteara una etapa de su Tour por culpa de una rabieta. L'Equipe jugó con un canto de una gallina "Cocoricouac!" en su portada en el día de la Fête Nationale, el día del gallo francés.

Los corredores, algunos, alegan un problema de seguridad, a otros les da igual opinar y muchos de los que callan manifiestan, abierta o veladamente, que la carrera sería "más interesante e inesperada" sin las directrices desde los coches de equipo.

¿Y qué dice el Village? ¿Y el pelotón de los ilustres? Lo que podría resultar un retraso tecnológico podría hacer incrementar el interés de la audiencia y de los propios patrocinadores. "Los Garmin llevan hasta un GPS. Esto va a parece la Fórmula 1 y los ciclistas van a ser dirigidos desde un despacho en París. Quitan la inspiración y no impiden que haya los mismos accidentes de toda la vida", dice Poulidor.

Laurent Jalabert piensa que "los pinganillos borran los defectos de la carrera", mientras que uno de su época, el clasicómano Johan Musseeuw piensa que "por un motivo de seguridad" deberían seguir llevándolos.

"Sin auriculares hay más posibilidades de que gane el más fuerte", apunta Joop Zoetemelk, ganador de la Vuelta, y recién aterrizado en la caravana del Tour. "Es que yo no corrí con ellos", dice encogido de hombros. Los pinganillos aterrizaron en el pelotón a principios de la década de 1990 con el equipo Motorola. "¿Qué hará Contador cuando le digan algo por la emisora?", se pregunta Bernard Hinault. Y contesta Caritoux, aquel vencedor de la Vuelta 1994. "Ganaría el Tour".

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