Por el poder de Stephen Curry

Los Warriors, poco a poco, carburan. Sin el brillo de los grandes años de gloria de la dinastía, pero con un encanto muy particular, inherente a ellos, de los que siempre ha sido imposible separar la magia de la realidad porque, en última instancia, la realidad es absolutamente mágica. Son dos victorias consecutivas, cuatro en los últimos seis partidos, pero las sensaciones son cada vez más positivas y la salud respeta, ahora sí, a ese grupo de jugadores que ha sido la columna vertebral de la última gran dinastía de la historia. Y todo, como si fuera poético, sigue girando alrededor de un Stephen Curry que es el capitán general, el líder absoluto de un equipo generacional, la estrella que siempre brilla en el firmamento mientras el resto van y vienen, las plantillas cambian, sus eternos escuderos tienen más o menos nivel o la capacidad del equipo es mayor o menor. Da igual: Curry siempre se mantiene ahí, en la primera posición, en la pole de una carrera que parece que siempre va ganando.

Ante los Raptors, el base dio su auténtica exhibición: 35 puntos, 7 rebotes y 11 asistencias con 13 de 21 en tiros de campo, 4 de 8 en triples y 5 de 5 en tiros libres. Y los Warriors ganaron (129-117), habiendo perdido solo ante Celtics y Nets en los últimos seis partidos, empezando a ver la luz dentro de esa Conferencia Oeste en donde hay un atasco tremendo del cuarto al decimotercer puesto y todo puede pasar. El equipo de San Francisco ocupa la séptima posición (25-24) e intenta emerger, salir de los puestos de play-in y hacer un sprint final en los próximos tres meses que les saque del atolladero, les de ventaja de campo en una hipotética primera ronda y avanzar así en unos playoffs que, en el Oeste, van a tener unas finales de Conferencia demasiado barata.

Es una ronda, insisto, a las que no será difícil llegar, menos aún para unos Warriors que en su extraordinaria experiencia son capaces de resistir a equipos más jóvenes, enérgicos y, a la vez, neófitos en este tipo de circunstancias. Especialmente cuando tienen que ganar cuatro de siete partidos a uno de los mejorres jugadores de la historia, un Curry que ante los Raptors ha estado muy bien acompañado: 29 puntos de Klay Thompson, 5+7+7 de Draymond Green, 12+9 de Kevon Looney y 12, con 11 asistencias, de Donte DiVincenzo. Los Warriors repartieron la friolera de 40 asistencias, haciendo gala de un juego colaborativo tremendo bien dirigido desde el banquillo por un Steve Kerr que, inteligente, es consciente de que la oportunidad que se convirtió en realidad el año pasado vuelve a existir en la presente temporada. Y que, si aguantan el tirón y llegan sanos al final, puede llegar el quinto anillo de la inacabable dinastía.

El equipo canadiense, sumido en su lucha particular y en con algunos de sus jugadores sumidos en rumores de traspasos, no tuvo respuesta en el último cuarto (31-23) a pesar del buen encuentro de Fred VanVleet (28+4+10, pero 5 pérdidas), Scottie Barnes (24+6+5), Pascal Siakam (21+7+3) o Gary Trent (17). Los Raptors (22-28, a una victoria del play-in de la Conferencia Este) fueron, simplemente, peor que unos Warriors que empiezan a carburar cuando nos aproximamos a febrero, saben que su momento está cerca y huelen, parece mentira, una nueva oportunidad. Y Stephen Curry, con un poder realmente soberbio, goza de buena salud y está dispuesto a volver a hacer historia con 34 años, mientras se mueve por encima de los 29 puntos, 6 rebotes y 6 asistencias. Así están las cosas.