Westbrook y Murray no se enteran

Los Nuggets se ponen de nuevo en negativo al ceder en casa de los Timberwolves por un exiguo margen, tres puntos, en una jornada en la que al equipo campeón hace escaso año y medio vuelven a vérsele costuras que son complicadas de corregir. Rivales conocidos, potentes, que sirvieron un menú completo y de sabroso postre.

Con un 119-116 se resolvió la contienda en el Target Center. Una batalla ardua en la que prevalecieron los locales. Esto viene de lejos: la eliminatoria que ambos disputaron el pasado abril en la Conferencia Oeste se revolvió en el séptimo, con una épica remontada a domicilio de unos Wolves que después cedieron ante los Mavs. Jokic y compañía no olvidan. Ellos, los clásicos, estuvieron bien: 26 de Jokic y Porter, respectivamente, y 31 de Gordon. Sacaron las garras. Otros no lo hicieron tanto. Pero en conjunto volvieron a fallar contra los de Minny, ya que vencían por siete puntos a falta de dos minutos y medio y fueron sobrepasados una vez más. No volvieron a anotar. Soportaron un par de triples, uno de Alexander-Walker y otro de Anthony Edwards, y entre éste y Gobert en la línea de personal le dieron la vuelta a la tortilla. Precisamente en que el campeón olímpico en París (autor de 29 puntos con 7/14 en triples) campara a sus anchas teniendo enfrente a Russell Westbrook o Jamal Murray (entre los dos, 3/15 en tiros) como defensores primarios estuvo parte de un problema que en Denver parece endémico.

Los Timberwolves han despertado algunas dudas después del mal debut contra los Lakers o cómo perdieron con los Mavericks, aunque van afinando la rotación después de que el traspaso de Towns trastocara sus ideas preconcebidas. Randle, el sustituto, todavía está cogiéndole el aire a todos sus compañeros, pero ya va despuntando.

Edwards es uno de los jugadores con mayor proyección de la Liga, sin discusión, va al estrellato sin parada en los apeaderos. Por eso se entiende menos el plan que para él trazaron Malone y sus ayudantes. Westbrook y Murray son dependientes en la defensa: el primero, de cómo tenga el día y de que sus fallos en ataque no añadan más peso en su mente; el segundo, de que el físico no le penalice más de la cuenta ya que nunca ha destacado por proteger el aro. Christian Braun intentó sostener al exterior de los Timberwolves en algunas acciones, pero tenía otros cometidos. Precisamente del escolta de Kansas fue la jugada del partido, un matazo a dos manos en la cara de un Rudy Gobert que se picó por ello y organizó una pequeña refriega. El francés, polémicas aparte, dejó en nada el efecto de Jokic en las acciones decisivas, sobre todo evitando el triple en la esquina derecha que hubiera forzado la prórroga, y cerró la cuenta con dos lanzamientos libres.

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