La peor cara de Wembanyama

El unicornio también falla. Y, esta vez, lo hace en el que estaba siendo el mejor momento de su carrera. Nadie es inmune a los bajones, algo que ha demostrado últimamente hasta un LeBron James cuyo final parecía no llegar nunca pero ya sí que se vislumbra. Victor Wembanyama no iba a ser menos: la estrella de los Spurs tuvo un partido horrible en el tiro ante unos Suns que siguen de dulce desde que Kevin Durant ha regresado de su lesión, aunque no pasan de ronda en la NBA Cup (los Thunder son los primeros de su grupo), rebautizada así en su segunda edición y camino a un nuevo ganador después de la eliminación de unos Lakers de capa caída. El equipo texano se queda también sin el título, recién llegado para quedarse a pesar de contar esta temporada con una dimensión y exposición mucho menor que en su inicio. Eso sí, ahora que llega la parte buena los involucrados, los equipos que quedan vivos, lucharán hasta el final por emerger y salir campeones. Al final, poner tu nombre en la historia es algo que tiene un atractivo innegable y que es de obligado cumplimiento para cualquiera que se precie dentro de la mejor Liga del mundo. Por mucho que lo importante sean sólo los ansiados anillos, que muchos quieren y sólo unos pocos consiguen.

Wembanyama chocó con los límites de su propio juego y tuvo un partido absolutamente horrible en el lanzamiento: 6 de 18 en tiros de campo y 1 de 9 en triples, intentando solo dos tiros libres. Ahí es donde reside su peor cara, cuando se dedica a disparar desde el exterior a diestro y siniestro y no cambia su modus operandi a pesar de contar con algún que otro error, por decirlo suavemente. El pívot se empeña en esas ansias que tiene de convertirse en un jugador total (que lo es) y cae de bruces ante la juventud que proyecta (totalmente real) haciendo de la precocidad un sinónimo de ternura, pero también errando por el camino. Eso sí, el resto de su hoja de servicios volvió a ser estupenda: 15 puntos, 13 rebotes y 7 asistencias, una estadística extraordinaria y que parece que siempre lo va a ser para un hombre que es una máquina de producir números y más números. Los Spurs llegaban vivos al último cuarto (75-71), pero se hundieron irremediablemente para quedarse por el camino y naufragar en Arizona ante un rival neta y completamente superior, pero al que plantaron cara durante muchos minutos.

El resto de los texanos tampoco estuvieron bien: el 8 de 44 en triples de forma combinada fue un dato horrendo que terminó inclinando la balanza a favor de los locales, que se dedicaron a ver cómo sus rivales fallaban una y otra vez. El quinteto titular sumó un 3 de 31 en el triple y ni siquiera Chris Paul y su infinita sabiduría pudieron hacer nada para resolver la situación. El base, de hecho, se quedó en 2 solitarios puntos (1 de 9 en tiros de campo, 0 de 5 en triples), aunque sumó 8 rebotes y 8 asistencias, ambos datos insuficientes. Desde el banquillo texano llegó la mejor parte: 25 puntos de Devin Vassell (10 de 14 en tiros de campo, 4 de 5 en triples) y 14, con 12 rebotes, de Jeremy Sochan. Algo que contrasta con el papel de Wembanyama. Uno que, sin embargo, no desdibuja el nivel mostrado por el francés esta temporada y el extraordinario papel que ha tenido en los cuatro encuentros previos al de Arizona, en los que promediaba 28,3 puntos, 9,5 rebotes, 6 asistencias y 3 tapones. Eso sí, su juego sigue siendo el mismo: el francés lanza más de 9 triples por noche y lleva 162 tiros de 2 y 166 tiros de 3 intentados esta temporada. Sólo falta por ver si esa forma de jugar se establece de forma definitiva o es algo temporal, dirigido a que el unicornio domine todas las partes posibles del juego.

En los Suns, las cosas sí que funcionaron a pesar de la carencia de brillantez. Al final, hubo seguridad y se minimizaron errores, además de fallar mucho menos y acertar algo más en un último cuarto en el que terminaron de solventar la situación. Pero hubo una mala noticia diferencial: la lesión de Kevin Durant, que se hizo daño en la rodilla y ya no regresó al partido. Más allá de saber la gravedad de la lesión, el nuevo problema físico de la estrella puede ser peligrosa en el devenir del equipo, pero también para el propio jugador, propenso a los problemas físicos y con 36 primaveras que ya pesan demasiado. Durant se fue con 13 puntos al túnel de vestuarios y la mejor noticia para su equipo fue la victoria, que se fraguó con 10 tantos de Bradley Beal y 29, con 9 rebotes y 5 asistencias, de un excepcional Devin Booker, que superó los 15.000 en su carrera en la NBA. Los Suns ganaron porque fueron (son) mejores y siguen en la parte alta de la Conferencia Oeste. Pero Durant, a expensas de lo que pueda ocurrir, se lesiona por segunda vez esta temporada y la franquicia tiembla mientras espera los resultados definitivos y el tiempo de baja. La estrella vuelve a caer. Un jugador generacional que afronta una recta final de carrera (dure lo que dure y sin fecha de despedida por el momento) de una forma triste, pero también inevitable. El tiempo pasa. Y en estas cosas también se nota.

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