Trae despelleja a los Lakers

Ya es bastante mala señal que llame la atención, para bien, que un equipo se esfuerce. Ponga energía y parezca como mínimo competente. Cuando se tiene la tentación de lanzar eso como premio de consolación, la enseñanza buena del partido, es que las cosas van mal de verdad. Pero es que ese es, ni más ni menos, el resumen en un titular de la situación de los Lakers: las cosas van mal de verdad.

La derrota en Atlanta (134-132 tras prórroga) cayó como un yunque precisamente porque los Lakers lo intentaron, se esforzaron. Cosa que evidentemente no habían hecho en los dos partidos anteriores, la peor suma estadísticas en dos noches consecutivas en toda la historia de la franquicia (109-80 en Mineápolis, 134-93 en Miami). Con el listón ahí, en esa cloaca, es obvio que los Lakers jugaron un partido radicalmente distinto en Georgia. Pero también perdieron, ya siete derrotas en nueve partidos (y 12-11 total) si se suman las de actitud sencillamente impresentable (Nuggets, Wolves, Heat) y las que compiten pero se disparan en el pie contra buenos equipos (Magic, Thunder, Hawks).

Los Lakers desde luego, jugaron mejor. Incluso tuvieron algún tramo francamente bueno (se pusieron 66-77 en el tercer cuarto con un parcial de 0-13). Pero, en otro desenlace terriblemente frustrante, no fueron capaces de ser competitivos en las pequeñas cosas, de evitar los fallos que acaban decidiendo partidos así, milimétricos, y que echan por tierra todo lo que se haya puesto en el lado bueno de la balanza. Pérdidas estúpidas en situaciones decisivas, desconexiones en defensa de equipo sin identidad ni especialistas y un triple final de Trae Young, a falta de siete segundos, que los Lakers concedieron con un lio de equipo malo. Gabe Vincent completamente perdido en el cambio defensivo con Anthony Davis.

Antes, los Lakers habían tenido posesión con ventaja (131-132) y la perdieron por un pase fofo de Davis a LeBron James, que al menos recuperó y le puso a Dyson Daniels uno de esos tapones suyos marca de la casa, el chasedown block que, además, recuperó la bola para unos Lakers que no fueron capaces, y quizá habría bastado con eso, de hacer un saque lateral limpio.

La cosa acabó en salto entre dos, Daniels (2,01) contra Davis (2,08). Y los Lakers tampoco amarraron esa posesión. Fueron tantos errores, tantos pequeños destrozos, que cuando Trae metió su triple y luego LeBron falló, sobre la bocina, la sensación fue profundamente amarga. Un bofetón, otro, para un equipo que realmente puso mucha energía, el suficiente empeño. Para nada. Y que malgastó un partido de reivindicación de Davis (38 puntos, 10 rebotes, 8 asistencias) y LeBron (39+10+11, 6/11 en triples). Pero las diez pérdidas que apilaron entre los dos acabaron pesando más que todo eso, y esa es una realidad muy triste. Terrible para un equipo sin margen de error. Obligado a, sencillamente, hacer todo un poco mejor. También los días que quiere, al menos, poner un nivel de esfuerzo decente.

El verdugo Trae Young era, hace un año, un objetivo caliente de los Lakers según unos rumores que nunca parecieron cerca de materializarse. Uno de tantos nombres que han pasado por la pasarela mediática de un equipo empeñado en no hacer nada y que, por ejemplo, tendrá muy difícil plantear ahora negocios a estos Hawks que seguramente estaban más dispuestos el invierno pasado. Ahora van al alza... y tienen la primera ronda del próximo draft de los angelinos, así que seguramente no encuentren absolutamente ningún aliciente en ayudarles a ser mejores.

La defensa es un desastre que obliga a anotar muchísimos puntos, sin parar. Gabe Vincent (que ya es raro) y Max Christie (que empieza a asomar, al menos un poco) jugaron minutos decentes, metiendo físico en un backcourt en el que sigue fuera Austin Reaves, que se ha perdido cuatro partidos seguidos después de jugar los 82 la pasada temporada. Tampoco llega nunca el estreno este curso de Jarred Vanderbilt y Christian Wood, con los que las noticias nunca parecen ser buenas. Y hace días que los tobillos tienen frito a Jaxson Hayes. A los Lakers, una cantinela recurrente desde hace demasiado tiempo, les falta media rotación. Sea una cuestión estructural o simplemente mala suerte, parece imposible ver la versión completa de este equipo. Que no sería gran cosa, pero tal vez sí algo. Al menos mientras Jeanie Buss y Rob Pelinka deciden qué excusa pondrán esta vez si vuelven a ser incapaces de moverse y no es el mercado el que, por arte de magia, acude a su rescate.

Trae Young remató con su triple decisivo, aprovechando el regalo de la defensa rival, una actuación excepcional: 31 puntos, 20 asistencias y 5 triples, totales que nadie había alcanzado en el mismo partido. Su temporada está siendo fantástica como director y generador, como líder (le falta afinar la puntería) maduro de un equipo que suma seis victorias seguidas y parece (13-11) un proyecto serio de verdad, perfectamente capaz de saltarse esta vez el play in del Este. Dyson Daniels (una turbina: 11 puntos, 4 rebotes, 5 asistencias, 4 robos) es un guardaespaldas perfecto para las deficiencias defensivas de Trae, y la rotación ha encajado con Zaccharie Risacher y el excelente Jalen Johnson como aleros titulares y Bogdan Bogdanovic y De’Andre Hunter en una segunda unidad que echa humo: 20 puntos y 4 triples el primero, 26 y 5 el segundo; 65-17 total en puntos de banquillo.

Los Lakers hicieron muchas cosas para ganar en una pista difícil y contra un rival que llegaba al partido en una dinámica muchísimo mejor que ellos (tampoco es que fuera difícil). El hecho de que perdieran obligan a quedarse con las malas noticias, con las lagunas de la rotación (entre lesiones e inacción desde los despachos) y los despistes impropios en momentos decisivos. Bien en muchas otras cosas pero mal cuando hay que ganar y cuando no hay que perder, que no siempre son la misma cosa. Si LeBron y Davis dimiten de los partidos, la cosa sale mal. Pero cuando ponen el máximo que pueden dar ahora mismo (uno cerca de los 40, el otro con fascitis plantar), tampoco acaba bien. Así que está claro: esto es lo que hay, nada más y nada menos.

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