Stephen Curry, más vivo que nunca

No es oro todo lo que reduce en Golden State, pero lo que queda de dinastía sigue en sus trece, empeñada en demostrarle al mundo (o más bien, a sí mismos) que no está muerta. El brillante inicio fue sustituido por algunas dificultades y ahora, los Warriors se han encontrado con uno de esos rivales que es precisamente el adecuado en el momento adecuado. Esos Suns que lo que hacen es recoger las migajas de ese megaproyecto extraordinario que juntó a Kevin Durant, Bradley Beal y Devin Booker para ir desintegrándose a base de millones y millones para nada. Ahora, el escolta es el único que queda por ahí mientras sus dos excompañeros se han ido a nuevos destinos para hacer (o no) cucamonas y constatar que el pasado, por lo que sea, nunca vuelve. O casi nunca, por no ofender a unos Warriors que lo siguen intentando.

El partido fue neta y completamente de los locales, extraordinariamente cómodos en el Chase Center (118-107) y que tuvo un inicio brillante y un final un poco menos. Algo inherente a lo que representa el segundo equipo más veterano de la competición (la plantilla tiene casi 30 años de media) y que es la única duda que arroja, o casi. El equipo es bueno, pero está envejecido: tiene por ahí a expertos de la talla de Stephen Curry (37 años), Jimmy Butler (36), Draymond Green (35) o el último fichaje, un Al Horford que se va a las 39 primaveras. Y en los últimos años, con llegadas y salidas como las de Chris Paul, se han convertido en una especie receptor de viejas glorias que hacen lo que pueden dentro de un proyecto de hace muchos años y que suele llegar al final de la temporada bastante fatigado.

Ante los Suns, el inicio de los Warriors fue espectacular (33-19) y al descanso no hicieran sino más que aumentar la diferencia (68-49). Tras ello, a aguantar, algo que hicieron de forma excelente a pesar de las intentonas de la franquicia de Arizona, que con una canasta a 3:35 para el final apretó relativamente el encuentro por última vez (113-105). El propio Booker es el que se ha quedado sosteniendo a los Suns como ha podido, aunque constatando también que su increíble talento nunca es trasladado al equipo. Eso sí, tenerlo lo tiene: se fue a 38 puntos, con 13 de 24 en tiros de campo y 11 de 11 desde la personal, acompañado de los 16 tantos y 16 rebotes, con 4 asistencias de Mark Williams. Parece mentira, pero esta entidad fue finalista en 2021, cuando se quedó a tan solo dos victorias del anillo. Ay, qué lejos queda eso...

En los Warriors, las cosas funcionaron muy bien y las hostilidades estuvieron comandadas por, cómo no, un extraordinario Stephen Curry: el base se fue a 28 puntos, con 9 de 23 en tiros de campo y 5 de 12 en triples, además de 5 de 5 en tiros libres, 4 rebotes y 3 asistencias. Mooses Moody, con 24 tantos y un 5 de 8 desde el exterior, fue el lugarteniente perfecto y las bajas (Al Horford, Alex Toohey, Jackson Rowe, De’Anthony Melton...) se suplieron perfectamente con unas rotaciones medidas al milímetro por Steve Kerr, siendo los 33:32 de Curry el tope en el que se movió el ya legendario entrenador, famoso precisamente por su fidelidad a este tipo de maniobras. Al final, 3-5 para los Suns. Y 5-3 para unos Warriors que sonríen. Con Stephen Curry, claro, más vivo que nunca.

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