Sin noticias de los Warriors

Como si el instinto carnívoro hubiera desaparecido, como si estuvieran ahí sin estar del todo, estos Warriors con aire a The Last Dance, a dinastía que se está difuminando ante nuestros ojos, volvió a repetir errores y condenarse en ese tipo de partidos que en otros tiempos jamás perdía. No sabemos si al campeón le queda dentro otra carrera en playoffs, una mutación que aplaste a la competencia en, además, un Oeste muy abierto, sin jerarquías demasiado claras y en el que, ya por puro diseño, nadie sabe muy bien nada. Lo que sí que sabemos es que estamos ya en febrero, con el cierre de mercado y el All Star Weekend encima. Es decir, con la recta final de la regular season a un paso. Y los Warriors 2022-23 siguen siendo un equipo irregular, descompensado, con una fatiga que parece ir en las piernas pero también, o quizá especialmente, en el ánimo.

Los Warriors perdieron en Mineápolis (119-114) uno de esos partidos, insisto, que nunca perdían. Manejaban un +14 a 11 minutos del final (82-96) a pesar de que su tercer cuarto había sido flojo, una oportunidad perdida de desmantelar a un rival, los Timberwolves, que no se lo pareció creer hasta que lo tuvo en la despensa. “Les hemos regalado la victoria en papel de regalo”, dijo después Steve Kerr, que dejó otro mensaje mucho más significativo: “No somos lo suficientemente buenos para ganar sin ejecutar nuestro plan de partido. Antes lo éramos, pero ahora…”.

El amasijo de pérdidas, errores en los tiros libres y tiros fallados por los Wolves había dejado el triunfo en bandeja. Pero los Warriors no supieron rematar, nadie anotó en el último minuto y medio y la cosa fue a una prórroga donde los de la Bahía se adelantaron (110-112) pero solo anotaron dos puntos más en cuatro minutos y pico. Un desastre. Quedan en 26-25, sin alejarse de lo que no es ni play in (el undécimo está un partido de ellos) y esta noche juega en Denver, en back to back y en la cancha más difícil del Oeste, la del líder de Conferencia. Kerr ha repartido descansos masivos en noches así, veremos lo que hace esta vez después de una prórroga en la que su equipo volvió a perder: 1-3 esta temporada y 2-15 en sus últimos 17 partidos resueltos con tiempo extra. Curioso.

Curry llevaba 21 puntos y un 5/6 en triples al descanso (62-71). Pero acabó con 29 y un 5/12 (8/21 en tiros totales). Falló tiros ganadores para enmendar su mal final de partido. También Klay Thompson, que llevaba 11 puntos al descanso y acabó con 14 y un 3/13 en tiros. Los Warriors perdieron completamente el control en el inicio del último cuarto, no tuvieron ninguna jerarquía y ni siquiera aprovecharon las vidas extra que les dieron, al final, algunos fallos en tiros perfectamente abiertos de los Wolves. En la prórroga, siguieron rodando cuesta abajo con esa imagen tan impropia de ellos pero a la que ya nos estamos acostumbrando en esta temporada en la que el interruptor no termina de ser pulsado. Y pasan las semanas. El riesgo, el mayor de todo, es que el interruptor esta vez sea solo atrezo.

Para los Wolves, fue una gran victoria. Primero, porque la sintieron muy lejos durante buena parte de la noche. Por el marcador, pero sobre todo por las sensaciones. También porque se mueven (28-26 ahora) por la misma zona de fuerte oleaje del Oeste, un vecindario del que es tan fácil salir quinto como duodécimo por, simplemente, un puñado de monedas que caigan cara o cruz. Con un 13/24 en tiros libres y un 28% en triples no se suele ganar al campeón. Pero este campeón tiene poco de campeón… por ahora. Sin Karl-Anthony Towns y sin Rudy Gobert, sin esas torres gemelas que todavía no sabemos si encajarán o no, los Wolves parecen funcionar con más comodidad, con Kyle Anderson como point forward en el cuatro y Naz Reid como pívot/martillo (24 puntos, 13 rebotes, 4 asistencias). Reid falló triples abiertos para sentenciar antes pero selló el triunfo con un mate que incendió el pabellón tras un rebote de ataque. Los Warriors, que habrían tenido una bola para intentar empatar, miraban pasmados.

Anthony Edwards, que por momentos pareció no estar al 100%, apareció en la prórroga después de no anotar en el último cuarto y acabó en 27+6+5. El exwarrior De’Angelo Russell, eliminado en el inicio del tiempo extra, iluminó la remontada con 14 de sus 29 puntos en la primera mitad del último cuarto, cuando los Warriors perdieron el hilo de una forma calamitosa y le dejaron coger ritmo y temperatura. Austin Rivers persiguió a Curry por toda la pista y ayudó, a dentelladas. En una temporada extraña, con más malo que bueno, los Wolves siguen ahí. Y ya verán qué hacen con Towns y Gobert, que esa no era la historia de esta noche. Enfrente, los Warriors se niegan a sí mismos cada opción que se encuentran para liberar burbujas de optimismo. Es el camino que les queda, esta temporada. Pinta mal… pero son los Warriors.