Sin Kawhi no hay paraíso

Al final, todo se reducía a Kawhi Leonard. El conglomerado de estrellas que se ha juntado en los Clippers no tiene nada que ver con su cara, su jugador franquicia. Un hombre sin la carisma habitual de las leyendas, pero que tiene un currículum sólo comparable a su historial de lesiones. De momento, la cadera ha sido el motivo de su segunda ausencia consecutiva y se revisa day to day (día a día) su estado para ver si puede jugar o no. Pero eso ya lo hemos visto en un jugador que asusta cada vez que no está en pista y cuyas molestias han significado, en más de una ocasión, su adiós a la temporada. Ahora, veremos cuando regresa a un equipo que le necesita. No es para menos. Y no deja de ser una pena. Al fin y al cabo, estamos hablando de un dos veces MVP de las Finales, un dos veces Mejor Defensor, un alero que lideró al anillo a los últimos Spurs de Gregg Popovich que llegaron a lo más alto, torturó a LeBron James, y luego ganó otro anillo con los Raptors, una franquicia para la que era inimaginable llegar a lo más alto no hace mucho tiempo.

Kawhi ha disputado los primeros 27 partidos de la regular season de forma consecutiva, una anomalía absoluta para un jugador que la temporada pasada no llegó a esa cifra hasta el 28 de enero. A los Clippers, tras la llegada de James Harden, les costó mucho arrancar, pero luego se convirtieron en un auténtico rodillo. Antes de la lesión del alero, sumaban 9 victorias consecutivas y estaban remontando en la siempre dura Conferencia Oeste. Paul George seguía siendo intermitente, Harden mejoraba y Russell Westbrook asumía su rol de sexto hombre con luces y sombras y Tyronn Lue parecía conseguir eso de juntar las piezas y hacerlas funcionar. Pero, al final, todo dependía de Kawhi, el capitán-general, que en esa racha promedió 29,3 puntos, 6 rebotes y 4,1 asistencias, lanzando por encima del 60% en tiros de campo y con un 50% en triples.

Sin él, los Clippers están huérfanos de la estrella que necesitan. Se demostró ante los Celtics, que pasaron por encima de los angelinos sin pudor. 108-145 al final, 40, 38 y 39 puntos de los verdes en los tres últimos periodos, una ventaja ya clara al descanso (51-68) que no hizo más que aumentar y muchos minutos de la basura. Jayson Tatum llevaba al intermedio 21 puntos y finalizó con 30 (9 de 16 en el lanzamiento, con 5 de 10 en triples); Jaylen Brown se fue a 24, Derrick White a 18, Jrue Holiday a 20, Oshae Brissett a 12. Y Neemias Queta, que ha jugado más tiempo en la G League que en la NBA, a 14, con 12 rechaces. 6 de ellos ofensivos de los 15 que permitieron los Clippers, que no consiguieron ni controlar el rebote, ni parecieron intentarlo. La victoria deja a los verdes líderes en solitario de la Conferencia Este (22-6) con los Bucks (22-7) en plena racha tras conquistar el Madison (séptima victoria consecutiva) y pisando los talones a sus principales rivales.

Por parte de los angelinos, nada de nada. Mucha indolencia, y unas ganas intermitentes que acabaron desapareciendo por completo. James Harden finalizó con 14 tantos y 9 asistencias, Paul George con 21 puntos, Westbrook con 12, 5 rebotes y 5 pases a canasta, e Ivica Zubac con un 16+10. Aprovechó sus minutos Daniel Theis, que se fue a 15 sin fallo en el lanzamiento (5 de 5 en tiros de campo, 2 de 2 en triples y 3 de 3 en tiros libres). Pero ese es un pobre consuelo para los Clippers, que deben de obligarse a funcionar sin Kawhi. No porque no vaya a volver, algo que nunca se sabe. Más bien, porque hace mucho tiempo que sus molestias físicas dejaron de ser un condicionante y se transformaron en una tónica muy típica. Los lleva arrastrando mucho tiempo y hay que tener eso en cuenta para conformar cualquier tipo de proyecto. También el de los angelinos. Sin Kawhi, no hay paraíso. Todo se reduce a él. Es lo que tiene.

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