Los Warriors se estrellan

Las cosas más locas ocurren, y esta noche en la Conferencia Oeste ha sido una buena prueba de ello. Los Warriors se la jugaban en casa, el Chase Center, con nueve victorias en los últimos 10 partidos y tras haber conquistado hace dos jornadas a los Lakers en el Crypto Arena, lo que les permitió depender de ellos mismos para quedar novenos y esperar a que los Kings pincharan para hacerse con el octavo puesto, algo que podía pasar con el triple empate que había entre los tres equipos. Ahora, han perdido esa opción, cayendo ante los Pelicans (109-114) en un partido bravo y emocionante, pero en el que fueron dominados por un equipo que, simplemente, fue mejor. Y que nadie se venga a engaño: los de Willie Green han sido mejor que los Warriors durante toda la temporada. Y que Lakers, Kings o Suns. De hecho, durante buena parte del curso baloncestístico han demostrado una mayor regularidad y consistencia que otros rivales que ahora tienen por delante, como los Mavericks o, en menor medida, los Clippers. Por eso han ganado hoy. Y de una forma brillante.

Y con una victoria necesaria, ya que los Pelicans continúan en un sexto puesto que se merecen de forma clarísima, pero con los Suns en el cogote. Ahora, están a un paso de una posición con la que en primera ronda se la jugarían... ante los Nuggets. Ironías del destino en una situación muy compleja en la que, como nadie sabe que pasará en una última jornada más abierta que nunca, no pueden hacer cuentas y arriesgarse a caer al play in y luego ser eliminados. Ganar a los Lakers en Nueva Orleans en ese partido final será la misión de un equipo que lo tendrá muy difícil ante un rival que se juega ahí toda la temporada. Así están las cosas en el salvaje Oeste, algo bárbaro. Nadie sabe nada más allá de que los Nuggets siguen siendo los campeones y los Celtics tienen asegurado el primer puesto de la Conferencia Este y la ventaja de campo en todas las eliminatorias de playoffs que disputen. El resto son incógnitas. Y muchas de ellas serán resueltas mañana domingo, cuando sabremos todo y resolveremos dudas. Hasta entonces, habrá que esperar.

Los Pelicans jugaron en San Francisco un partido muy maduro, serio y bien resuelto. Uno que empezaron perdiendo (25-16 al final del primer cuarto) pero al que pronto dieron la vuelta (45-22 de parcial en el segundo, desastroso defensivamente para los Warriors). Tras ello, se dedicaron a amarrar y a impedir que sus rivales entraran en el partido, algo que consiguieron solo parcialmente, pero sin perder la calma en ningún momento. Mandaban por 9 a algo más de cuatro minutos para el final (94-103) y por 10 poco después (99-109). Y le llegaron a ver las orejas al lobo con 106-109 y, posteriormente, con 109-112. Ahí es donde los Warriors pudieron darle la vuelta al marcador y forzar la prórroga: Stephen Curry, que venía de meter 16 puntos en el último cuarto y dos triples fantásticos de forma consecutiva, lo tuvo de forma frontal, pero erró. Y Trey Murphy II amarró la victoria desde la personal mientras luego Curry volvía a fallar, esta vez ya sin tiempo en el marcador y dando igual lo que ocurriera.

El genial base del último vestigio de la dinastía se fue a 33 tantos, mientras que Klay Thompson le acompañó con 19 y Draymond Green hacía uno de esos partidos de estadística extraña, pero muchas intangibles: 0 puntos (sin intentar ningún lanzamiento), 12 rebotes, 11 asistencias y 5 faltas personales. Chris Paul lo intentó desde el banquillo con 9, 4 rechaces y 6 pases a canasta. De nada sirvió: la cabeza y el temple, con una sapiencia infinita, la demostró un CJ McCollum que respondía permanentemente a todo lo que intentaban los locales: 28, 5 y 5, con 8 de 13 en triples (lleva 17 en los dos últimos partidos), alguno de ellos espectacular. Trey Murphy, con 24, hizo un 6 de 9 desde el exterior. Y Zion Williamson percutió con insistencia hacia el aro, hasta llegar a 26 tantos en 26 lanzamientos. El triple esta vez fue el aliado de los visitantes, con 20 aciertos en 32 intentos (un espectacular porcentaje del 52,5%), mientras que los de Steve Kerr mostraron mucha inseguridad con el balón, perdiéndolo hasta en 16 ocasiones. Un mal momento para mostrar tus debilidades, después de muchas semanas de intentar escalar posiciones y consiguiendo al fin una posición beneficiosa. Pero así es la Conferencia Oeste: un auténtico follón. Una experiencia taquicárdica. Una bendita locura.

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