Los Warriors pierden una oportunidad clave

En un partido clave, los Warriors fallaron. El equipo de Steve Kerr no llega a esta fase de la temporada con las mismas sensaciones que el curso pasado, cuando con todo el mundo sano se plantó en la fase final con los mejores cruces y las posibilidades de llegar lejos que hay en cualquier plantilla con semejante talento. Ahora, las predicciones no son las mismas: sí, pueden conseguir cualquier cosa y a nadie le sorprendería que llegaran (muy) lejos en la fase final, especialmente en una Conferencia Oeste de semejante nivel. Pero es cierto que las taras son más que obvias y que al equipo le falta sostén, capacidad, regularidad, rodaje. No tener derrotas inesperadas, conseguir sumar fuera de casa (donde tienen un desolador récord de 9-29) y convertirse en una franquicia que en pista sea, ante todo, fiable. Dicho de otra manera: lo que siempre han sido los Warriors.

Esta vez la derrota, lo que es más extraño, fue en el Chase Center. Ahí los Warriors han sido uno de los mejores equipos de la NBA (30-8 ahora), pero no han podido rascar nada ante los Timberwolves, que han conquistado Gonden State en un ejercicio de personalidad enorme. Siguen séptimos (38-37), pero superan el 50%, se aprovechan de la desgraciada derrota de los Lakers y se colocan a sólo media victoria de los propios Warriors (39-37), que pierden una oportunidad de oro para poner tierra de por medio y asegurarse de forma virtual, y con 7 partidos por delante, el entrar directamente en la fase final sin pasar por esa previa que la NBA se inventó con el coronavirus y que ha decidido no quitar. Esto es ritmo de televisión: o estás o no estás. O reinventarse o morir.

La compenetración colectiva de los Wolves fue fantástica: 14 puntos, 5 rebotes y 3 asistencias, con 2 robos, de Karl Anthony Towns; 10+18+2 de un Rudy Gobert poderoso debajo de la canasta. 13+4+3 de Anthony Edwards, 12 de Mike Conley, 12+10+7, con 5 robos, de Kyle Anderson, clave en la jugada más importante (con robo y asistencia a Towns); y 23 tantos con 6 rechaces de Naz Reid desde el banquillo. Los Wolves se consiguieron imponer al último mordisco que dieron los Warriors (96-94 arriba con 1:28 para el final), pero consiguieron atrincherarse en defensa y emerger: un tiro libre de Gobert, un triple en transición de Towns y un tiro libre de Jaden McDaniels (en su único punto del partido) terminaron de sentenciar. Pero fue atrás donde los Wolves se hicieron fuertes... y evitaron que Stephen Curry les empatara con un triple y forzara la prórroga. Ahí es donde un equipo se hace grande: al final, en los momentos importantes. Y ahí pudieron ganar los Wolves.

En los Warriors, nada funcionó: 12+7+5, pero 5 pérdidas, de un irregular Draymond Green, 15 tantos de Klay Thompson, 27 de Jordan Polle desde el banquillo y, sobre todo, un mal partido de Curry: 20 puntos, 6 rebotes y 9 asistencias; pero 8 de 23 en tiros de campo y un abuso indiscriminado del triple, donde se fue a 4 de 13, con 9 fallos totales, incluido el que habría forzado un tiempo extra que nunca llegó. Los Warriors se quedaron en apenas 41 puntos en toda la segunda mitad y lanzaron con menos del 42% en tiros de campo durante el choque. Y 16 pérdidas, una losa siempre enorme. Un resultado malo: y también importante dentro de la marejada de un Oeste, que en algún momento se resolverá. Concretamente el próximo 9 de abril. Cada vez queda menos. Tic, tac, tic, tac...