Los Warriors ganan la batalla de los veteranos

En el Chase Center se jugaba el partido de los veteranos. De ese club de denostados que hay ahora mismo en la NBA dominada principalmente por la precocidad imberbe y la juventud. Esa que en su momento tuvieron Warriors y Clippers, que llegaban como el tercer y el primer equipo con más años de media de la competición respectivamente. 29,9 para los locales, que tienen por ahí a expertos de la talla de Stephen Curry (37 años), Jimmy Butler (36), Draymond Green (35) o el último fichaje, un Al Horford que se va a las 39 primaveras. En los angelinos, más de lo mismo y una situación más acusada con los nuevos fichajes de Brook Lopez (37) y Nicolas Batum (37). Y se unen a James Harden (36), Kawhi Leonard (34) o un Chris Paul que tiene 40 y que regresó a la que fue su casa en la época de la Lob City para adentrarse en su último año como profesional.

Era por tanto un duelo lleno de talento, pero también con ramalazos del pasado, uno nostálgico para unos y perteneciente a otra era para los demás. Y también una conglomeración de una calidad inigualable y de jugadores que, y esto es más loable que otra cosa, se niegan a pensar que su tiempo haya pasado. Y fue, al mismo tiempo, un partido soso, con muchos errores, malísimos porcentajes de lanzamiento y una victoria muy dominante de unos Warriors (98-79) que siguen volando en un inicio de temporada en el que están aprovechando para ganar la mayor parte de partidos posibles antes de que la fatiga y las posibles lesiones hagan su aparición y perjudiquen a unos hombres que, por mucho que quieran fingir lo contrario, sufren los efectos desagradables de la edad. Y ya no aguantan en una competición llena de caras nuevas y de rostros imberbes y permanentemente desafiantes.

Los Clippers, que iban 46-49 arriba al descanso, acusaron precisamente eso y tuvieron un apagón brutal y absoluto en una segunda parte en la que fueron dominados neta y completamente por sus rivales, empezando a acumular fallos como si no hubiera un mañana. Sólo anotaron 14 y 16 puntos en los dos periodos siguientes, en los que los locales se combinaron para 52 tantos, sentenciando el encuentro y llegando a ganar de 24. Y si ningún equipo superó el 50% en tiros de campo, el declive de los angelinos fue sideral, en particular desde el triples: 6 de 33, un 18,2% con el que actualmente es imposible ganar un anillo de campeón. Algo con lo que empezaron a encadenar un error tras otro de forma inevitable y que les fue hundiendo en la miseria mientras que los Warriors, sin estar especialmente brillantes, se dedicaban a hacer lo correcto y a separarse en el marcador para controlar el final del partido, también dominado por los desmanes rivales, de una forma relativamente cómoda.

Jimmy Butler fue una anomalía y con 21 puntos fue el máximo anotador del partido, además de tener una buena serie de lanzamiento, de los pocos en este aspecto: 9 de 12 en tiros de campo y 3 de 4 en triples, sin tiros libres disponibles. Stephen Curry, con 19 tantos, fue el lugarteniente de su compañero en un partido en el que la mencionada veteranía se impuso al talento. En los Clippers, más de lo mismo: 20 de James Harden y 18 de Kawhi Leonard, con algún que otro desastre como el de Chris Paul, que ni anotó ni tuvo apenas incidencia en 13 minutos en pista, en los que su equipo se fue a un -11. No hubo ramalazos de esa calidad del pasado, de esa era que ya era la del triple dominada por una serie de jugadores que surcaron los cielos y fueron insustituibles. Pero sí que tuvimos la oportunidad de ver en una pista de baloncesto a una conglomeración de antiguas estrellas que atesoran algunas de las historias más increíbles y maravillosas que jamás ha vivido la mejor liga del mundo. Y eso, ya se sabe, no es poco. Especialmente cuando hablamos de este deporte.

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