Los Warriors frenan en seco a Wembanyama

Los últimos vestigios de la dinastía de los Warriors siguen produciendo brotes verdes que no servirán para mucho ni se mantendrán a largo plazo. Pero que demuestra que, donde hubo llamas, quedan cenizas. Pelear hasta el último aliento es algo que siempre ha sido distintivo de un equipo que ultima su proyecto, uno que ha conquistado cuatro anillos en seis Finales, ha conquistado infinidad de récords desde 2014, ha ganado premios individuales y mantiene (algo que ya veremos si algún día se superará) el techo de las 73 victorias de la 2015-16, algo extraordinario y que fue inamovible durante 20 años, con esos Bulls de las 72 como referencia. Por eso, rendirse no es una opción. Stephen Curry va camino de los 36 años (los cumplirá en dos días), Klay Thompson y Draymond Green ya han cumplido los 34 y el flamante fichaje, sin continuidad y en una versión fantasmagórica de lo que en su día fue, se llama Chris Paul y tiene 38 para 39 (en mayo). Con eso, es difícil conseguir una regularidad necesaria en una Conferencia Oeste carente de equipos brillantes del nivel de los de hace unos años más allá de los Nuggets y la irrupción de jóvenes invitados como Thunder y Timberwolves, que ya veremos que recorrido tienen en playoffs.

Y regularidad es precisamente lo que no han tenido los Warriors, que si bien están en un momento de forma mucho más alto del que demostraron en los dos primeros tercios de la temporada, siguen sin ser constantes y han pasado de ser un equipo histórico a uno mediocre. Antes de ganar a los Spurs (102-112), venían de dos derrotas consecutivas, tres en los últimos cuatro partidos. Y están anclados en el décimo puesto del Oeste, llegando a pisar el noveno de forma intermitente pero casi siempre detrás de los Lakers, que tampoco se consiguen mover de ahí y siempre que parece que van a emerger y culminar su remontada, pierden un partido esencial que les deja donde estaban. No deja de ser irónico que LeBron James forme parte de esa plantilla y que sean él y los Warriors, que dominaron la NBA hace menos de 10 años con puño de hierro, los que luchen ahora por sobrevivir. Un duelo eterno y una rivalidad para los anales que tendrá otra cita para la historia este domingo en una batalla encarnizada que será clave para ambos. Pero también un cara a cara que tuvo su última gran guerra en las semifinales de Conferencia del curso pasado, con victoria para los Lakers, en lo que fue el fin de una era. Está difícil que se repita en playoffs. Casi imposible, de hecho, si tenemos en cuenta el nivel de los dos y que ambos tendrán que superar el play in casi con total seguridad si quieren acceder a la fase final.

De momento, los Warriors han sumado en un encuentro que repetía el anterior, esa manía que la NBA ha implantado últimamente en el calendario, la de jugar contra el mismo equipo en jornadas o incluso días consecutivos. Primero ganaron los Spurs en el Chase Center sin Victor Wembanyama. Ahora, los Warriors han conquistado el AT&T Center. En ninguno de los dos partidos ha estado Stephen Curry, que tiene problemas en la rodilla derecha, pero el gigante francés sí que ha hecho su aparición en casa. Y para seguir sumando estadística a pesar de un mal día en el tiro: 27 puntos, 14 rebotes, 3 asistencias, 1 robo y 2 tapones. El 10 de 25 en tiros de campo y el 3 de 9 en triples no impide que el francés siga siendo favorito para el Rookie del Año ya de forma clara, habiendo mejorado de manera sustancial desde finales de enero, convirtiéndose en fiable en sus estadísticas y ganando la partida a Chet Holmgren hace unos días en lo que fue la constatación de que la NBA puede conceder el galardón a quien quiere y seguir alimentando la narrativa del unicornio. De eso también se vive, y la mejor Liga del mundo no va a hacer una excepción. Teniendo en cuenta, además, que la carrera de LeBron algún día se acabará y que ya no puede vivir de los Warriors. Ni de los duelos entre el Rey y una dinastía que ya no lo es. El tiempo pasa y todo se acaba. Siempre.

Los Warriors (que rozaron el 50% en tiros de campo y el 45% en triples) fueron mejores, entre otras cosas porque los Spurs son una plantilla particularmente limitada que, además, mira mucho al futuro y nada al presente, más allá de cuidar los primeros pasos del que quieren que sea (o que ya es) su jugador franquicia, ese pívot que puede jugar de base y tirar desde el exterior de la misma forma que anota debajo del aro. Jonathan Kuminga, uno de los sostenes actuales del equipo de Steve Kerr (por mucho que le pese a Steve Kerr), logró 22 puntos, Andrew Wiggins (que se ha vuelto a ausentar unos días por problemas personales y sin que nadie sepa nada) 16, Klay Thompson 21, Brandin Podziemski a 14 (con 8 rebotes y 4 asistencias) y Trayce Jackson-Davis a 13 (con 10 y 5). La buena noticia fue la de Chris Paul se dio un homenaje y volvió a demostrar los vestigios de lo que en su día fue: 19 tantos, 9 rechaces y 8 pases a canasta. Una gran demostración para un genial base que fue capaz de hacer de todo en ambos lados de la pista, pero que también representa esa definición de jugador maldito que siempre le ha perseguido. De una forma o de otra, los Warriors se ponen 34-30, siguen apretando a los Lakers y buscan una remontada meteórica que les cuele una vez más en playoffs. Si es así, estamos en la obligación de disfrutarla. Podría ser la última.