Los Warriors, en las sombras

Este era un partido que los Warriors tenían crudo antes de empezar, claro. Llegaban a la Bahía los Thunder, un equipo al alza, joven y que va sobrado de piernas (y talento). Stephen Curry está lesionado y Draymond Green sancionado por su impresentable conducta en la tangana del Warriors-Wolves del martes. La cosa pintaba mal y acabó mal (109-128) para un equipo en negativo (6-7) y que apila cinco derrotas seguidas. Pero lo peor no eso, porque nada se acaba en noviembre (ni siquiera han perdido todavía sus opciones en el in season tournament). Lo peor es que… no va bien. La arena se agota en el reloj, las sombras se alargan sobre San Francisco.

La imagen de esa pesadumbre, cuatro derrotas para abrir un tramo (que se prometía feliz) de seis partidos seguidos en casa (mañana, otra vez los Thunder en el Chase Center, glups) podría ser esa ausencia gigantesca de Curry o el nulo liderazgo y el pésimo ejemplo de la renuncia de Green a estar ahí cuando falta el número 30; cuando tenía que estar. Pero es, después de este partido, otra vez Klay Thompson. El evidente deterioro de uno de los mejores escoltas de la historia, el intento permanente pero por ahora inútil de ser él mismo; parece que demasiado tarde, con demasiados kilómetros (y lesiones) en el cuerpo.

Klay, que representa tantas cosas para estos Warriors, para una dinastía que llegó a ser pluscuamperfecta, es ahora mismo también la personificación de su incapacidad para correr a la velocidad que exige esta NBA de 2023. Perdido, sin sensaciones y sin chispa, sin esa muñeca sobre la que se escribirán libros, acabó (en un día en el que era tan, tan necesario) con 5 puntos y un 1/10 en tiros. En esos demonios que visiblemente se acumulan ahora en su cabeza estará también la falta de acuerdo de extensión con los Warriors, sus Warriors, que le pone en la ruta de la agencia libre para el próximo verano. En el que podría ser, para él y si todo sigue así, un muy mal timing para negociar.

Para como de males, Gary Payton también se lesionó y los Warriors fueron zarandeado durante cuarto y medio (hasta un 35-54) en lo que apuntaba a noche demasiado larga, igual que antes siempre parecían muy cortas en la Bahía. La siguiente reacción, el ataque de orgullo que sobrevino, solo acabó sirviendo para echar más sal en la herida. Con 83-84, Jonathan Kuminga falló un tiro libre que pudo empatar el partido. En un visto y no visto, anotaron dos triples Isaiah Joe y Shai Gilgeous-Alexander y los Thunder pegaron otro tajo, el definitivo. Durante esa reacción en el eje central del partido, Chris Paul metió esos tiros tan suyos de media distancia que este año no estaban entrando, Kuminga y un Moses Moody estelar en el segundo cuarto pusieron la energía junto a Kevon Looney y un Andrew Wiggins que sigue negado como anotador; El rookie Podziemski volvió a conectar con la grada con sus jugadas de instinto y energía… pero Klay nunca llegó a estar ahí. Y era a él, por encima de todos, al que se dirigían las miradas con Curry vestido de calle.

Los Warriors, esa es la realidad, son sin Curry (y sin Green, Payton…) mucho menos que estos Thunder cada vez más exuberantes. Que además estuvieron afinados desde la línea de tres, para nada su mejor arma. Josh Giddey, un mal tirador, firmó un 3/3 en triples para 19 puntos. Joe, un especialista, acabó con un 7/7 y 23 puntos en 25 minutos. Clack, clack. Y en casa de Klay, que tantas veces hizo cosas semejantes (esos trances automáticos de tiro) y que esta vez miraba hacia el infinito, sentado en el banquillo mientras se alargaba el baile formidable de Shai, Jalen Williams, Chet Holmgren y unos Thunder muy al alza, que van muy en serio (8-4 ahora)… y que están metiendo en la rotación a Vasilije Micic (5 puntos y 7 asistencias en 21 minutos).

Volverá Green y (suponemos... o no) se comportará todo lo que sea capaz. Volverá Curry y, claro, todo será distinto: mejor. Pero estos Warriors parecen un viejo campeón agotado, pequeño por tamaño y lento, cansado. Ahora, en el primer tramo de la temporada, nadie representa esa fatiga como un Klay Thompson que todavía no ha anotado 20 puntos en un partido y que en este tramo de cuatro derrotas en casa promedia 8,8 con un 25% en tiros totales y un 27% en triples. Un jugador único, legendario, que se busca y no se encuentra en un equipo único, legendario, que se busca y no se encuentra. Al menos, por ahora.

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