Los sustos de ayer, los Celtics de hoy

Kristaps Porzingis ha sido siempre un jugador lleno de talento, pero propenso a la lesión. Uno de esos hombres altos que origina una cantidad ingente de dudas cada vez que cae al suelo. Los 72 partidos de su temporada rookie siguen siendo su tope en una temporada, se pasó en blanco la 2018-19 y los cuidados en su físico y los minutos bien escogidos le han permitido irse a 56 este curso, haciendo bueno su fichaje por unos Celtics que se reforzaron con su llegada y con la de Jrue Holiday. El interior ha dado aire a la zona de los verdes, que contaba con un envejecido Al Horford (que cumplirá 38 años en junio) y que dejaron ir a un Robert Williams cuyos problemas físicos se hicieron insalvables. Luke Kornet y Neemias Queta apuntalaban el rebote junto a un Xavier Tillman que aterrizó en el mercado de febrero. Todo era perfecto, por rotaciones, profundidad y el nivel en los dos lados de la pista del letón, que llegaba a un proyecto ideal para él, uno preparado para ganar el anillo y que se ha ido a 64 victorias en regular season. Pero en los playoffs todo puede pasar. Y ahora, falta por saber cuál es el alcance real de lo que ha pasado.

El pívot se hizo daño por partida doble en el segundo cuarto. Primero se dobló el pie izquierdo tras pisar de forma involuntaria a Tyler Herro. Luego le pitaron una falta en ataque en un bloqueo a Bam Adebayo. Tras ello, cojea un poco hasta que, de repente, se para tras pasar el balón y pide rápidamente el cambio al banquillo. La imagen de su salida ha sido mucho peor que lo que se ha filtrado después: poniéndose la camiseta en la cara, con una cara de hundimiento palpable y tangible y, cuando encaraba el túnel de vestuarios, echándose las manos a la cabeza. Los Celtics dijeron primero que era duda para regresar. Tras ello, se filtró que se había evitado lo peor y que el tendón de Aquiles, la mayor preocupación (y reincidente en la carrera del pívot) se había evitado. Pero que el problema estaba en el gemelo, algo que permite pensar que la cosa no tiene una gravedad extrema... pero por la que Giannis Antetokounmpo lleva fuera tres semanas. Y sin que nadie sepa si va a volver a corto plazo. Es decir, las pruebas que se realicen en las próximas horas serán resolutivas para saber el alcance de la lesión y si los Celtics pierden a su center titular o no... Y durante cuánto tiempo.

Y eso no fue todo: a cinco minutos para el final del partido y cuando los Heat estaban apretado (78-91 entonces), hubo una jugada muy extraña en la que se pitó falta sobre Derrick White. Tras ello, y como se ha hecho en numerosas ocasiones, Jayson Tatum agarró el balón para lanzar una canasta que no iba a valer y, como se ha hecho en numerosas ocasiones, Bam Adebayo lo intentó impedir, algo que no se entiende ni por una parte ni por la otra y que corresponde más al orgullo personal que a otra cosa. El problema fue que el interior de los Heat metió el pie debajo de la zona de suspensión de Tatum, que al caer se torció el tobillo izquierdo y se estuvo un buen rato doliendo. La estrella volvió a saltar a pista tras la señalización de una flagrante tipo 1 sobre Adebayo nada comprensible y la cosa se quedó en nada, más allá de la técnica que le cayó a Al Horford por un empujón a su rival. Algo que se quedó en un susto, pero que da buena cuenta de lo que son los playoffs de la NBA, un lugar en el que todo puede pasar y una situación fortuita puede cambiarlo todo. Casi siempre para mal.

Más allá de eso, ganaron los Celtics (88-102). En una auténtica exhibición de poderío que no llegó a la imagen de martillo pilón dada en el tercer asalto, pero que confirmó que lo ocurrido en el segundo fue un mero accidente y que el sobrefuncionamiento de los Heat no es sostenible a largo plazo. Ese momento fugaz es lo que les queda de recuerdo de esta serie, al margen de sorpresa mayúscula en el quinto partido de vuelta al Garden. La primera parte fue netamente de los visitantes, que frenaron un ímpetu inicial que en realidad nunca existió, ya iban 10 puntos arriba al final del periodo inicial (23-33) y en el segundo dejaron a los Heat en 12 paupérrimos puntos. Por entonces, Derrick White ya estaba en 22 tantos con 6 de 9 en triples y Porzingis ya estaba fuera de juego. Al final del partido, el base confirmó lo mismo que al principio, que iba a ser el héroe del encuentro: 38 puntos, con 15 de 26 en tiros de campo y 8 lanzamientos acertados desde el exterior en 13 intentos. Poniendo 3 tapones, perdiendo sólo un balón y sin lanzar desde la personal. El mismo que dio una vida extra a los Celtics el curso pasado empatando a 3 una serie que iba 3-0 fue el que apuntaló una que, al contrario que el año pasado, no parece que se le vaya a escapar al orgullo verde.

En el resto, un poco de todo por parte de ambos y poco de mucho en el caso de los Heat, que se quedaron con Adebayo solo contra el mundo: 25 puntos, 17 rebotes y 5 asistencias. Tyler Herro jugó casi 44 minutos para 19 tantos, pero que ejerza de base puro es complicado, más aún si sus compañeros no meten los triples, que sólo entraron (mucho) en el segundo asalto. Esta vez, 9 de 33, misión imposible. Los 18 de Caleb Martin intentaron una remontada en la segunda parte que no se dio, con una diferencia que nunca bajó de los dobles dígitos y un partido que siempre estuvo controlado por los de Joe Mazzulla. Tatum se fue a 20, con 11 rechaces y 5 pases a canasta. Mientras que Jaylen Brown se fue a 17 y Jrue Holiday a 11, con 6 y 6. Con la producción de White era más que suficiente y el resto se dedicó a zafarse en defensa e intentar frenar las acometidas de un rival que no lo fue tanto. Ahora, toca esperar y ver qué pasa exactamente con Porzingis, que llevaba 7 puntos y 3 rebotes cuando se lesionó. Un hombre tendente a tener problemas físicos, con fama de ser de cristal, pero que ha tenido una continuidad durante la temporada regular clave para un equipo que le necesita ahora, en el momento de la verdad. Así están las cosas. Veremos.

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