Los Spurs, con o sin Wembanyama

Se mire por donde se mire, los Spurs están en un momento maravillosamente extraño. En tierra de nadie, en un lugar muy concreto y a la vez desconocido, entre ninguna parte y el olvido. El 4 de noviembre, Gregg Popovich, su entrenador durante las últimas 28 temporadas (sin contar la actual) era ingresado por un derrame cerebral camino a los 76 años. Desde entonces, han pasado 10 partidos en los que los texanos no han podido contar con Jeremy Sochan, mientras que las bajas de Devin Vassell o, por supuesto, Victor Wembanyama, han sido intermitentes. De hecho, el gigante francés se ha perdido los tres últimos partidos. Un cúmulo de desgracias que dejaba tiritando a la plantilla, obligada a contar con los menos habituales mientras Mitch Johnson ascendía al puesto de interino en espera de un Popovich que ya veremos cuándo vuelve, si es que vuelve, algo que ha pasado de posible a improbable en los últimos días si tenemos en cuenta su edad, su estado de salud y la exigente inherente a la NBA, con viajes constantes y un calendario brutal, tenso y desquiciante.

Pues bien, los Spurs llevan un 6-4 en los 10 últimos encuentros, todos sin su máxima leyenda, ese hombre con el que lo han vivido todo, su mejor momento y también el más oscuro. Y han ganado los últimos tres partidos de forma consecutiva, dos sin Wembanyama, que ha regresado para imponerse a los Warriors de la misma forma que hace dos choques hicieron lo mismo con los Thunder. Segundos y primeros de la Conferencia Oeste respectivamente. Los texanos, claro, vuelan sin motivo aparente, sin que nadie sepa por qué, con unas ganas de ganar renovadas, un esfuerzo defensivo colectivo y situaciones fabulosas más allá de Wembanyama y su constante acaparamiento, con todos los focos puestos en él por motivos focos y justificados que nos hacían olvidar, en contadas ocasiones, que había algo más en San Antonio más allá de un gigante francés llamado a ser generacional, un unicornio llamado a dominar el cielo y la tierra de la mejor Liga del mundo.

Los Spurs pasaron por encima de los Warriors (104-94) en el retorno de Wembanyama, con problemas en la rodilla en los tres últimos partidos. Y lo hicieron con un último cuarto legendario, sencillamente brutal, en el que entraron 10 puntos por debajo (71-81) y acabaron 10 puntos por encima. El parcial de 33-13 fue brillante, formidable, 40-13 si cogemos también el último minuto del tercer periodo, cuando la distancia era todavía mayor (64-81). Y todo eso acabó con una ventaja, la de los visitantes, que llegó a ser de 17 y se quedó en nada: a 4:25 para el final, Stephon Castle empataba el partido a 90. Desde entonces, el equipo de Steve Kerr anotó un tiro de campo, un solitario triple de Curry, ahogado por la defensa rival y por piernas jóvenes y fuertes que llegaban a todas las ayudas sin parangón ni cansancio. Los Warriors se quedaron en 4 de 19 en tiros de campo y 2 de 10 en triples en el periodo final, en el que repartieron 3 asistencias y perdieron 4 balones. Cuando Kerr introdujo a Curry en el partido a 8 minutos del final, los Spurs ya estaban a tiro de piedra (81-85) y eso que el técnico hace para que su estrella esté más fresca tiene también un daño colateral, el de permitir que el rival remonte en determinadas ocasiones. Como en esta.

Wembanyama se fue a 25 puntos, 7 rebotes, 9 asistencias y 3 tapones; sumó 12, con 5 pases a canasta, en un último periodo que fue suyo. Y lideró a unos Spurs que han ganado con y sin él en las últimas fechas hasta ponerse en positivo, 9-8 ya, undécimos de la Conferencia Oeste. Los 19 tantos de Castle y los 22 de Harrison Barnes fueron un apoyo inconmensurable, motivados también por un Chris Paul que se fue a 9, con 7 asistencias, y que está disfrutando de lo lindo en un destino al que venía de mentor y está ejerciendo de líder, compitiendo más de lo que cualquiera se podría esperar en un inicio. En los Warriors, Andre Wiggins se fue a 20 puntos, mientras que Curry logró 14, pero el lanzamiento fue un drama (14 de 44 desde el triple) y el partido de Draymond Green pasó de ser uno de esos de estadística divertida a obsoleta: 7 rebotes y 8 asistencias, pero 0 puntos y 6 faltas personales. Ya sea por la necesidad de Mitch Johnson de hacer un buen papel y tener visibilidad como entrenador o al encorsetamiento que la plantilla tenía con un Popovich que ejerce un modus operandi muy concreto, la realidad es que estos Spurs son mejores que los que vimos la temporada pasada y al inicio de este curso. Con o sin Wembanyama. Ahí queda eso.

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